Autor: Felipe De Lucas Arellano
Nota: este artículo se subió hace unos nueve años a este mismo blogger, pero para esta ocasión ha sido revisado y perfeccionado. A su vez, lo leí e hice una charla ampliada sobre el mismo para los seguidores de YouTube (@psicodivum), la cual se puede observar en el siguiente link.
LINK: Los números 1, 2, 3 y 4 en #cosmogonía y #filosofía #mística / #historia #cosmovisión
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La marcha progresiva de la creación cosmogónica, por ejemplo, desde la concepción pitagórica, está representada por números. Cuando del 0 se llega al 10 se completa un primer ciclo creativo macro-cósmico. Lo mismo ocurre en el ser humano, puesto que tales números determinan los niveles de avance profundo en las materias; estos números jerarquizados reflejan el ejercicio progresivo de la conciencia que evoluciona gracias al estudio de la mística. En una primera instancia de acercamiento a estos estudios es deber comenzar con los números 1, 2, 3 y 4, los primeros representantes del Origen de los Tiempos. Al ser los números que otorgan la Gran Iniciación a las manifestaciones trascendentales existentes, son los que indudablemente deben ser comprendidos en la primera etapa de adepto. El conocimiento e intuición del 0 se reserva normalmente para más adelante.
Número 1
Más allá de todo lo observable con los aspectos sensoriales físicos, de todo lo que la mente nos indica como supuestos verdaderos y de lo que creemos como un final en todos los órdenes posibles, existe una realidad infinita que está fuera del tiempo, del espacio y de cualquier tipo de medición científica humana. Esta realidad ha existido desde el comienzo de los tiempos y permanecerá hasta el fin de ellos, sin poder determinar, propiamente tal, su “comienzo”, ni el advenimiento de un eventual “final”.
Al conocimiento de esta génesis se le denomina con el apelativo de Sacro o Sagrado y es a la que la religión aspira en la verdadera acepción del concepto. Esta unidad absoluta ha sido estudiada bajo múltiples senderos o diversas interpretaciones que varían, en la mayoría de los casos, según la cultura y las épocas. Aunque aparentemente existan diferencias, todas las religiones poseen al unísono el mismo objetivo en común, que se caracteriza por alcanzar una relación de correspondencia y fusión con dicha entidad. Llámesele Tradición (o lo que es Tradicional) a esta unión indisoluble de carácter sagrado y que es susceptible de ser transmitida.
El número Uno es esta Realidad Suprema que abarca al Kosmos en su totalidad —pues éste habita dentro de la misma—, también se le denomina como el Todo, el cual es omnisciente, omnipresente y omnipotente (digo ‘Kosmos’ para rememorar el Kybalión, donde ‘cosmos’ se escribe así). El Todo se auto-sostiene, permaneciendo inmóvil e inalterable. Su constitución es eterna, por lo tanto, no posee un instante de nacimiento ni uno de expiración; ni un punto de partida ni un punto final, siempre ha existido y siempre existirá, su tránsito es indeterminable. Al Todo se le han otorgado muchos nombres, uno de ellos es el de Dios.
Se modela como un punto en el centro de un círculo. La irradiación de dicho punto geométrico universal en línea recta descendente clarifica la facultad de Acción o Actividad Formadora-Creativa. El número Uno como línea recta ascendente es la representación de nuestros esfuerzos por alcanzarlo, es el despertar de la divinidad que nos re-conecta con su magno reino de Absolutividad.
Número 2
Es la manifestación dual de la unidad. El número Uno es el Padre como eterno principio masculino y fuerza positiva, sin forma, impersonal, inefable, simbolizado por el sol. El número Dos, vendría a ser la Madre Divina, eterno principio femenino y fuerza negativa, nacida como un desdoblamiento de la Causa Primera. Es la femineidad receptora y productora de toda la naturaleza, simbolizada por la luna. Los egipcios le llamaban Isis “la Gran Maga o diosa Madre”, bajo el velo de su rostro se esconden los grandes misterios de las edades, ningún mortal ha apartado el velo que le cubre. Representa la dualidad aparente de todos los pares de opuestos existentes, desde los cuales ilimitados ejemplos se propagan hasta el infinito. Es el desarrollo de los distintos grados entre los extremos de una línea recta, por ejemplo, la luz y la oscuridad son dos manifestaciones de un mismo fenómeno, son idénticos, sólo difieren en su escalón vibratorio. Aun así es indeterminable la escala de graduación ya que es imposible verificar donde comienza uno y/o termina el otro. Este espectro dualístico se ve representado en las dos columnas J:. y B:. del Templo del Rey Salomón, entre una y otra reside el Gran Arcano.
Entonces, astrológicamente, el número Dos es el sol y la luna; por otro lado, en el Tao los dos elementos fuego y agua son los principales de la vida: el primero nos lleva a ascender, a buscar la unión con lo Superior Trascendente, y el segundo, a atraer hacia abajo, transformando lo trascendente en inmanente.
Número 3
Corresponde a la parte del Génesis en la que dice: “Dios dijo hágase la Luz y la Luz fue hecha”. Deriva de la lengua latina trinum o tiubium, es el primer número impar, se compone por la reunión de tres unidades: del Uno como la unidad y del Dos como el primer número par. Cierta rama del esoterismo revela que el número Uno no se puede considerar como impar, ya que, al ser unidad y origen, no puede ser cantidad, por ende, la primera cantidad es el número dos.
A lo largo del recorrido de la historia la cifra mágica Tres ha poseído una poderosa connotación sagrada y mística alusiva a la perfección; Aristóteles consideró que contiene en sí el principio, el medio y el fin. Platón lo consideró como la imagen del Supremo en la triple síntesis dimensional de materia, espíritu e intelecto. Se le da gran importancia en la mitología romana y griega, como también en la de los caldeos, druidas, judíos, esenios, egipcios, tradiciones asiáticas, entre otras. Es el Ternario que corresponde a la armonía perfecta y equilibrada de todos los seres y todas las cosas, es el punto de balance entre las fuerzas centrípetas —Principio de Contracción— y centrífugas —Principio de Expansión— que se resuelven en la perfecta proporción Universal.
Por consiguiente, este número, conforma una de las principales bases de la aritmética y es de alto poder cabalístico. Secretamente, gobierna las íntimas regiones de la conciencia humana. Poseedor de una virtud secreta por los antiguos filósofos y matemáticos, la Ciencia de los Números tenía como única base para sus diferentes operaciones la cifra 3.
Según el ocultismo, el ternario se aprecia en los tres mundos: el elemental, el celeste y el intelectual; en el universo existe la materia, el movimiento y el espacio; al tiempo se le conoce como base de medida en presente, pasado y futuro; las potencias espirituales del hombre son la memoria, el entendimiento y la voluntad, encontrándose dotado de cuerpo, alma y espíritu; desde una visión superior, los atributos innatos del Ser Supremo son infinidad, eternidad y sumo poder.
Por lo tanto, el número 1 es el Padre que está en secreto, la Mónada desde la cual nace la Madre Divina o número 2, la que a su vez se desdobla en el número 3 que es Padre, Madre e Hijo —Positivo, Negativo y Neutro—. Es la divinidad inmortal que habita en cada ser viviente y que a su vez se desdobla en el alma anímica que todos poseemos. He aquí Osiris como el padre, Isis la madre y Horus el hijo en una parte de la cosmogonía de la Heliópolis egipcia. En alquimia, estos son los 3 elementos principales dentro de la Gran Obra universal: azufre, sal y mercurio, componentes para el oro espiritual o piedra filosofal interna. El número 3 se ha representado vastamente en la historia del arte, es la Urania-Venus de los griegos y conocida en el famoso cuadro “El Nacimiento de Venus” de Botticelli.
En la religión católica el 3 es una llave que revela secretos bastante poderosos sobre la metafísica intrínseca de su núcleo; con ello, no olvidar a los tres grandes fundadores de la historia religiosa: Moisés, Jesús y Mahoma. Por otro lado, el número se sigue repitiendo, vemos los estados sólidos, líquidos y gaseosos de la física; los tres reinos naturistas: animal, vegetal, mineral (…). Resultaría eterno clasificar la enorme cantidad de aplicaciones ternarias que aparecen en la naturaleza, ciencia, química, física, matemáticas, ocultismo, astrología, religiones, arte, música, etc.
En Masonería este número se repite a lo largo de toda su ritualística, para ser breve solo mencionaré el emblema de Libertad – Igualdad – Fraternidad, en la marcha, los golpes, los tres deberes del testamento, los tres viajes, las tres cualidades vistas en las tres luces y en tres columnas, más otras repeticiones ternarias a lo largo de diversas ceremonias. Tiene una importante manifestación en logia, ya que tres maestros forman un triángulo; que cinco, tres y dos, logran una logia para gobernar; y que siete, tres y cuatro, la hacen justa y perfecta.
Número 4
Es el arquetipo de la totalidad y cuaternidad del Uno. Apareció en las visiones de los profetas Ezequiel, Daniel y Enoch; de entre los números simbólicos el cuatro es el que tiene la mayor cantidad de asociaciones. Algunas de sus relaciones son las siguientes. Con los cuatro elementos: tierra, agua, aire, fuego; los cuatro evangelios: Mateo, Marcos, Lucas, Juan; los cuatro Vedas: Rig, Sama, Láyur, Átharva; y principalmente con el cuadrado y la cruz. Los cuatro ángulos de la cruz representan los cuatro puntos cardinales de la Tierra: norte, sur, oriente, occidente; las cuatro edades: oro, plata, cobre, hierro; las cuatro fases de la luna: nueva, cuarto creciente, llena, cuarto menguante; las cuatro estaciones del año y los cuatro caminos: arte, filosofía, ciencia y religión. Por otro lado, se relaciona también con los Ríos del Paraíso, las cuatro letras del nombre de Dios: Y-H-V-H; las edades del hombre: infancia, juventud, madurez, vejez; las cuatro cualidades alquímicas: frío, seco, húmedo, caliente; las cuatro funciones psicológicas según Jung: intuición, sensación, pensamiento, sentimiento; y las Cuatro Nobles Verdades del fundamento filosófico budista. Volviendo con la cruz, esta revela la “Cuadratura del Círculo” que es la clave del movimiento perpetuo que está sostenido por la energía del Tercer Logos, ya que si ésta dejara de fluir el movimiento perpetuo perdería su estabilidad, provocando una catástrofe a nivel cósmico.
El Cuatro es la brújula de orientación en el plano tridimensional, ha de venir a instruirnos en el recorrido iniciático, es el poder de la conservación en el tiempo y la estabilidad del equilibrio ternario. El cuatro fusionado vuelve a representar el número uno, ya que mediante esta esfera puede el Todo reproducirse en la infinita variedad de sub-manifestaciones que he nombrado, 4: (1 + 2 + 3 + 4 = 10) encontramos que (10 = 1 + 0 = 1), volvemos al origen.
Conclusiones
Ha resultado muy interesante la realización de este trabajo, apasionante fue percatarse como todo está inter-relacionado. Ir encontrando respuestas a un inicial torbellino de imágenes y conocimientos resulta muy satisfactorio. Vale decir, a modo de término, que el Tarot va representando cada uno de los números vistos: el Mago, el primer Arcano Mayor, vendría a ser la unidad, la Sacerdotisa es la dualidad, la Emperatriz el ternario y el Emperador el cuaternario. Todos los simbolismos antes descritos están plasmados en las imágenes de los naipes y muy hermosamente en su versión egipcia.
F. D. L.
Año original: 2015
Última revisión: noviembre 22 de 2022
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https://felipedelucas.cl/2022/11/22/los-numeros-1-2-3-y-4-en-cosmogonia-y-filosofia-mistica/

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