Universo

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lunes, 22 de agosto de 2016

El Hombre - El Espíritu y el Alma - La Mente - Los Deseos.


EL HOMBRE

El Homo Sapiens, criatura versátil, contradictoria y pasional, aúna en sí mismo las más disímiles y variadas tendencias. Ora se eleva a las cumbres más excelsas de la bondad, el amor y el sacrificio, o se degrada en las cimas más profundas de la animalidad y el mal. El ser humano es hombre y animal al mismo tiempo y entre estas dos tendencias, la bestial y la divina, el yo se debate en una permanente y continua fluctuación.
Esta dualidad nos obliga a establecer una nueva escala de clasificación humana más allá de la inteligencia, títulos, poder político o riquezas. Esta clasificación se refiere al mayor o menor distanciamiento de la condición animal. La inteligencia no nos dice nada sobre la calidad humana de un individuo, como tampoco su nivel social, cultural o financiero. Un hombre de ciencia, un noble, un político brillante pueden estar más cerca del animal que un labriego ignorante. ¿Qué es aquello que marca esta diferencia de grado humano? Es la conciencia. Mientras más consciente sea un individuo más distanciado estará del animal y viceversa. Este nivel consciente está determinado por la capacidad de un hombre de existir y actuar libre de automatismos psíquicos. La mente sólo trabaja correctamente cuando funciona libre de perturbaciones emocionales, compulsiones instintivas y de todo aquello que distorsiona y empaña el pensamiento.
Podríamos decir que es consciente aquél cuyo yo es el rector de la mente. Es posible encontrar un hombre inteligente pero inconsciente, ya que inteligencia y conciencia son diferentes cosas.
Los fenómenos físicos pueden medirse, clasificarse y evaluarse y llegar por este medio a la enunciación de ciertas leyes. Con los fenómenos mentales no ha ocurrido lo mismo, ya que solamente conocemos una pequeña parte de la mente que es aquélla que cae bajo la denominación de “consciente". En cuanto al subconsciente estamos casi totalmente en las tinieblas. Es sabido que la mente subconsciente es crédula y maleable careciendo de la capacidad de juicio. ¿Y quién puede establecer cuándo un individuo está pensando subconscientemente o conscientemente? Es obvio suponer que si en un razonamiento ha intervenido fuertemente el estado onírico o subconsciente del individuo esta evaluación carecerá de solidez. La ignorancia de los exactos procesos mentales nos hace dudar de su eficiencia y reconocer que la percepción puede ser gravemente dañada a causa de factores desconocidos. Supongamos que alguien afirmara que todos los seres humanos somos y hemos sido siempre dementes: ¿Qué meDios concretos tendríamos para refutar esto? ¿Qué puntos de referencia? ¿Acaso no es posible que la condición mental humana sea imperfecta? ¿Que la mente haya perdido o carezca de ciertas cualidades esenciales para un completo y perfecto funcionamiento? Si así fuera salta a la vista la dificultad de estudiar y comprobar este fenómeno, ya que solamente ello podría hacerse adquiriendo primero aquellas cualidades que faltaren.
La filosofía rosacruz afirma que la mente humana tiene atrofiadas ciertas capacidades esenciales susceptibles de ser adquiridas a través de las prácticas rosacruces. Esto nos explicaría y justificaría ampliamente la inmensa gama de anomalías que exhibe la conducta humana.
Los genuinos rosacruces son herederos directos de visitantes extraterrestres extraordinariamente evolucionados que les enseñaron el desarrollo total de la mente. Los pseudo rosacruces son los que estudian y preconizan ciertas disciplinas para fortalecer la voluntad, educar el carácter y para realizar ciertos fenómenos de percepción extrasensorial. Sin embargo, después de todas aquellas prácticas siguen careciendo de las cualidades que considerábamos atrofiadas en la mente humana.
A pesar de todo, en el hombre se oculta el misterio de los misterios por ser el hijo de Dios y semejante a él en esencia.
Es un Dios encadenado que lleva dentro de sí el poder y la sabiduría divina, pero que no los puede ni sabe usar por vivir atado a la materia. Es esclavo de todas las sensaciones, ya sean placenteras o desagradables, que le llegan a través de sus sentidos.
El afán de comodidades, la avaricia, la gula, la soberbia, la codicia, la vanidad y mil diferentes estados pasionales son los que gobiernan, como dueño y señor, este microcosmo que llamamos hombre.
El yo, que debería ser el amo, se ve desplazado por diferentes deseos, estados anímicos e instintivos que se apoderan de la dirección de esta compleja maquinaria que es el cuerpo, vehículo del espíritu. El hombre no tiene un yo único, tiene miles de diferentes yoes que se van sucediendo dentro de él como en un caleidoscopio que cambia constantemente su diseño. Cada uno de estos yoes usurpa el trono o cetro que le corresponde al legítimo y verdadero yo. Este yo divino es cual rey constantemente destronado y prisionero de sus súbditos.
Quien haya sentido una especie de dolor interno de estar vivo, ha captado en ese momento el sufrimiento del yo al verse continuamente desplazado de su condición de rector de este microcosmo. Podemos comparar al hombre con una mansión llena de sirvientes que esperan infructuosamente a un amo que nunca llega. Cada uno de estos sirvientes pretende usurparlo hasta que a su vez es desplazado por otro más fuerte que él, que a su debido tiempo será también expulsado.
Éste es el terrible vacío o hastío de la vida que es tan común en nuestro tiempo. Es el yo que sufre intensamente y no desea continuar viviendo en tan adversas condiciones. Si esta situación se prolonga por demasiado tiempo el yo o espíritu puede llegar a abandonar el cuerpo transformándose este individuo en un muerto vivo, ya que solamente quedan los principios animales o instintivos manteniendo la vida en el cuerpo. El hombre, contrariamente a lo que se cree, no tiene ninguno de aquellos atributos que llamamos conciencia, personalidad, libertad, libre albedrío y voluntad, ya que todas sus decisiones son producto de automatismos o de influencias externas. La vida transcurre para él en un estado crepuscular de sopor causado por su continuo cambio de yoes. Conocemos ampliamente el hipnotismo, pero jamás hemos pensado que éste pudiera ser practicado en forma colectiva y simultánea sobre la humanidad por fuerzas planetarias que buscan su propio beneficio a expensas de la autodeterminación humana. Estas fuerzas planetarias tratan de mantener a la humanidad dormida para que no vea nunca la verdad y la realidad. Desde su nacimiento hasta su muerte el individuo vive en el más profundo de los sueños, y todo lo que le sucede “lo sueña”. Cree estar despierto; está solamente soñando. Cree ser libre; está soñando con su libertad. Cree tener voluntad propia y solamente sueña.
La conciencia no existe para el hombre vulgar, ya que es una máquina perfecta, total y completa. Solamente al darse cuenta de su estado maquinal se abre para él la posibilidad de llegar a obtener libertad, voluntad y conciencia. El hombre nada hace por propia iniciativa, todo “le sucede” simplemente, tal como llueve, sale el sol y sopla el viento o hay calma. Reacciona ante cualquier situación exactamente como una máquina que al recibir un estímulo inicial realiza un trabajo conocido y delineado de antemano.
Lo que dicta en todo momento las reacciones del sujeto es la grabación de impresiones, experiencias y conocimientos que lleva en sus células cerebrales, y que constituye una especie de cinta magnetofónica que gobernara su conducta. Esta grabación ha sido realizada por influencias externas al individuo, de manera que su personalidad que es el conjunto de grabaciones celulares viene a constituir algo así como una proyección de los valores de la sociedad.
Cada individuo es un verdadero androide construido por sus padres, las circunstancias, el medio ambiente, la educación y la influencia de otras mentes. Este androide, como buen robot, sólo podrá actuar combinando aquellos datos o circuitos que le han sido implantados por estas influencias externas. Su yo queda totalmente obliterado e impedido de actuar en medio de esta maraña de circuitos. Sus reacciones serán por lo tanto dictadas por otras mentes y por fuerzas extrañas a él mismo. ¿Puede entonces considerarse libre y con voluntad propia? Podríamos decir que el niño es como un disco o cinta magnética en blanco que va grabando o recogiendo todas las impresiones, conocimientos, emociones y deseos que experimenta. La calidad de esta grabación marca su futuro destino, ya que podrá utilizar solamente aquello que lleva grabado en su mente. Todo lo analizará de acuerdo con esta escala de valores y por ello estará imposibilitado de conocer la verdad. Todas las desgracias y problemas humanos provienen de una desafortunada grabación mental. El ocultismo enseña a cambiar esto, comenzando por borrar gradualmente todo lo negativo de esta cinta para reemplazarlo después por una grabación positiva. El psiquiatra no logra penetrar a suficiente profundidad en la psiquis del individuo, porque desconoce los arcanos de la mente. Solamente operando en los estratos más profundos del subconsciente se logra sacar a luz con toda claridad experiencias de la primera infancia y aun impresiones recibidas en el vientre materno. El ocultismo conoce los medios para lograr una completa penetración psíquica y cambiar totalmente el destino y la vida de un individuo produciendo una verdadera “mutación”. Desde luego que en un libro de pública difusión no puede revelarse este método, ya que en malas manos sería un arma temible. Solamente puede decirse que mediante el adecuado manejo de ciertas fuerzas es posible provocar una completa apertura del subconsciente, tal como si alguien abriera una naranja para observar lo que hay en su interior.

EL ESPÍRITU Y EL ALMA

Existe una gran confusión con respecto a lo que es alma y espíritu. Generalmente se les identifica. Veamos lo que dice la filosofía rosacruz al respecto.
El hombre es un espíritu que habita en un cuerpo y que tiene un alma. Espíritu se es, alma se tiene. El espíritu es la parte divina, inmortal y eterna, la chispa divina o emanación de Dios que portamos en lo más profundo de nuestro ser. Ésta es la fuerza de Dios, la luz eterna e inextinguible que nos ilumina en los momentos cruciales de nuestra vida. Podríamos comparar a Dios con una gran masa de agua, que al girar vertiginosamente hubiera desprendido millones de chispas o gotas de agua. Cada una de estas gotas equivale al espíritu de un hombre. Por lo tanto el hombre es un espíritu encarnado en un cuerpo.
El alma es la parte animal inteligente, o sea, lo que llamamos personalidad, que se forma gradualmente como producto de la unión espíritu-cuerpo. Cuando un sujeto tiene pena o sufre un estado de profunda tristeza, generalmente es el alma la que está sintiendo esto. En cambio, cuando alguien dice: “yo soy el que soy” es el espíritu el que se está manifestando.
La meta máxima consiste en realizar el maridaje entre alma y espíritu, para lo cual es necesario cultivar el alma dándole conciencia e inteligencia. Es como un animalito o niño pequeño al cual debemos imponer nuestra voluntad para enseñarle a obedecernos en todo momento, y no ser nosotros los que obedezcamos a la parte animal.
Cuando el alma adquiere conciencia e inteligencia podemos actuar a voluntad con las fuerzas de la naturaleza.
La ley de correspondencia dice: “como es arriba es abajo, como es abajo es arriba”. Aplicándola a este caso particular, podemos afirmar que todo lo que está dentro de nosotros está también fuera y, por lo tanto, aquél que conquiste su naturaleza interna alcanzará también el dominio de la externa.
La alquimia, arte tradicional del ocultismo, enseña a transmutar los metales viles en oro. En el aspecto espiritual esto simboliza la transmutación de las bajas pasiones en virtudes. El alma que se desprende de la escoria de los sentimientos y pasiones desenfrenadas es cual refulgente escudo de oro que acoraza al individuo en contra del mal y la miseria humana.
Como una manifestación del alma podemos apreciar el sello característico que el alma colectiva familiar imprime en todos sus integrantes. Sus facciones no solamente llevan un parecido físico, sino que también algo que llamamos “aire de familia”, algo que se siente en el ambiente al tratar a alguno de ellos. Esta alma colectiva puede convertirse en algunos casos en un verdadero tirano egoísta y pasional que trae desgracia y miseria a los integrantes de este núcleo. Si existe armonía y perfecta unión puede brindarles prosperidad, protección, riqueza y felicidad.
En el aspecto colectivo es interesante observar el alma de un país. Todos sus habitantes tienen una iDiosincrasia similar, una manera de ser especial que no nace de la vida conjunta. Todos los extranjeros que llega son rápidamente tomados por esta fuerza colectiva y adoptan con presteza el aire regional hasta llegar a simular nativos. En esta alma colectiva gravitan todas las emociones, instintos, pensamientos y pasiones del pueblo, y es a causa de esto que para poder triunfar en cualquier sentido, para superar la mediocridad, es necesario elevarse por sobre la vibración de esta alma colectiva, sometiéndose a una férrea disciplina personal.
Así como el ser humano tiene alma, también la tienen los animales, las plantas y aun los minerales, ya que la vida está en todo. Tal como afirma el principio hermético de vibración “nada está inmóvil, todo vibra”.
Al hablar del alma debemos considerar el corazón, centro de la vida anímica y emocional. Grandes loas se han elevado en su homenaje y se considera algo muy acertado actuar según sus dictados. La verdad es que el corazón, mientras no ha sido educado debidamente, es el gran enemigo del ser humano ya que lo empuja constantemente a cometer errores. El corazón es como el alma de un niño, capta inmediatamente cualquier vibración o fuerza que tenga la virtud de impresionarlo e impulsa al individuo a cometer actos de los cuales tendrá que arrepentirse posteriormente. El mundo invisible que nos rodea es un receptáculo donde vibran buenos y malos sentimientos que son captados y tomados como propios por el corazón en momentos de expansión. Posteriormente la mente sufre grave perturbación a causa de estos estados emocionales. Podemos así observar que tanto el amor como el odio son ciegos. Un hombre enamorado lo perderá y sacrificará todo por la mujer a quien ama. El que odia lleva en sí el germen de su propia destrucción.
El amor debe ser guiado en todo momento por la razón, a fin de que sea una fuerza positiva para el individuo. De lo contrario es una fuerza tan ciega como el odio. Desde luego, es infinitamente mejor un hombre que ame a otro, que odie, pero es necesario saber amar. Amar impersonalmente sin egoísmo. ¡Qué pocos conocen el verdadero amor! Una mujer se enamora y cree con esto que ella ama. Generalmente el supuesto amor es un engaño del corazón. Es una embriaguez de magnetismo psíquico que produce una especial euforia a la cual han llamado amor. Cuando se satisface el deseo de posesión y pasa la embriaguez se termina este falso amor. Ésta es la causa común de los fracasos matrimoniales. Una pareja se casa muy enamorada y descubre después de un tiempo que sólo los une el hábito y un contrato civil. Esto es muy natural ya que las pasiones humanas son como el viento que primero sopla y después se calma. Solamente al amor que nace de una perfecta unión entre corazón y cerebro lo podemos llamar verdadero. Este amor es inmortal y eterno porque está dentro del campo vibratorio del espíritu, y todo lo espiritual es sagrado, divino, eterno e inmortal.
La clave de muchos secretos se encuentra oculta entre líneas en lo que hasta aquí se ha expuesto. El que sepa leer y comprender podrá utilizarlas. La sabiduría es incomunicable, solamente se pueden dar las bases para estudiar y realizar.
LA MENTE
La mente es la varita milagrosa del hombre. Es el juguete maravilloso con el que se puede llegar en milésimas de segundo al más lejano planeta, ya que la distancia y el tiempo no existen para la mente. Es una especie de fantástico sombrero de mago de donde podemos extraerlo todo.
Uno de los principios herméticos dice: “todo es mente, el universo es mental”.
Al comprender que todo lo que existe en estado material es solamente energía-mente que bajó su onda vibratoria hasta solidificarse, podemos darnos cuenta de la importancia del estudio y educación de la mente.
El cerebro es similar a un radiotransmisor que estuviera constantemente emitiendo y captando ondas de radio. Por supuesto las ondas del pensamiento son muchísimo más sutiles y poderosas. Todo pensamiento es energía electromagnética de alta vibración. El cerebro es un poderoso generador de energía, cuya onda vibratoria depende del grado de cultura y desarrollo intelectual del individuo. A causa de esto es muy difícil que un hombre de onda mental larga comprenda a otro de onda mental corta. A veces se originan interminables discusiones entre dos personas que sostienen lo mismo, pero que no se entienden por tener diferente vibración.
En la mente tenemos la puerta de entrada a lo que conocemos con el nombre de cuarta dimensión o plano de la energía. Todo lo que puede ser imaginado por el hombre es una realidad en el plano de la energía y por lo tanto puede llegar a realizarse en el campo material. Al pensar se produce una emisión de energía electromagnética que da origen a un ser poseedor de cierto grado de conciencia que vivirá en el plano energético. Este ser tendrá una conciencia en relación al estado mental y anímico del individuo en el momento en que lo generó, y pasará a constituir un verdadero hijo. Todos nuestros pensamientos habituales son nuestros hijos mentales, que como todo hijo tienen que alimentarse de sus padres. De acuerdo con esto podemos comprender la verdad de aquel aforismo que dice: “según lo que un hombre piensa así es él”.
Estos hijos mentales son los que decidirán el destino futuro del individuo, como asimismo los que le traerán “buena o mala suerte” de acuerdo con su calidad vibratoria. Hay veces en que al encontrarnos con una persona experimentamos una gran tristeza o estado depresivo y esto se debe a que captamos su conjunto vibratorio de hijos mentales, que en este caso particular es de carácter negativo. Ante otras personas nos sentimos alegres y confiados y se nos levanta el ánimo. Es de vital importancia seleccionar cuidadosamente nuestras amistades, evitando en todo momento a los que poseen una irradiación negativa de carácter pesimista o fatalista, ya que en todo encuentro o conversación se produce un intercambio de magnetismo y de materia mental. En el plano de la mente todo pensamiento es algo material, tan concreto como puede serlo una piedra o una silla en el mundo físico. Si pudiéramos ver en el plano mental percibiríamos a cada individuo rodeado de formas mentales acordes a su vibración particular o dominante. En un sujeto pasional o fuertemente instintivo veremos tigres, toros, hienas, etc. Un hombre lleno de amor hacia los demás emitirá constantemente pensamientos en forma de hermosas flores y plantas. Un avaro en cambio semejará un pulpo con gran número de tentáculos. Otro cerrado a toda idea nueva tendrá la forma de un cubo.
Si una persona pudiera en un momento dado concentrar todas sus energías mentales en un solo propósito podría lograr milagros. En la práctica vemos que nuestra mente pasa vertiginosamente durante el día de uno a otro pensamiento, y que no descansa ni siquiera en la noche durante el sueño. Este continuo vagar produce un fantástico despilfarro de energías al producirse en el sujeto un estado de dispersión energética. A fin de formarnos una vida mejor debemos alcanzar dominio sobre la imaginación para no crearnos un destino duro y negativo, ya que todo pensamiento tiende a materializarse. El que imagina que es perseguido por la mala suerte, por ejemplo, se coloca en un estado de negativismo que le acarreará desgracia y miseria. El que se tiene a sí mismo en poca estima, traspasará este sentimiento a los demás, quienes íntimamente lo despreciarán.
Uno de los hábitos mentales más nocivos es aquél de reclinarse en un sillón a soñar, dejando vagar libremente el pensamiento. Esta costumbre equivale a abrir la puerta de la mente al océano de las vibraciones mentales desde donde puede llegar un estado depresivo o de cólera. En el éter que circunda la tierra vibran al igual que las ondas de radio los pensamientos de todos los habitantes del planeta. Nunca puede saber un hombre si lo que piensa se gestó en su propio cerebro o fue captado desde el exterior. Es necesario educar la imaginación para que dé cabida solamente a pensamientos bellos, positivos, y optimistas; a pensamientos de éxito, paz, y prosperidad. De este modo nos pondremos “en onda” con todo lo bueno y positivo cerrándonos a la influencia del mal.
Quien sea capaz de mantener un cuadro mental fijo en la imaginación sin que sea borrado por otros pensamientos logrará maravillas, ya que mente es materia y materia es mente, es decir energía y materia son diferentes manifestaciones de mente.
En el campo energético la mente es como un ovoide que circunda la cabeza, ovoide cuyo tamaño estará en relación al campo conceptual del individuo. Este ovoide es igual a un campo cerrado de energía electromagnética que se abre en una determinada dirección al pensar intensamente.
Todas las enfermedades y trastornos de la función mental tienen su origen en la invasión de este ovoide por fuerzas malignas o negativas, extrañas al sujeto, verdaderos demonios que se han originado por vicios, malos deseos, malos pensamientos y malas acciones. A fin de aclarar esto debemos examinar someramente lo que ocurre después de la muerte.
Al separarse el espíritu del cuerpo sin vida, se produce también la separación del cuerpo de los principios animales inferiores del hombre, es decir el conjunto de sus pasiones inferiores y malas acciones. A este ser lo llamaremos el "cascarón astral", ya que es como una corteza que recubre el cuerpo astral. Normalmente este “cascarón” se desintegra en cierto lapso de tiempo por falta de energía. Sin embargo cuando este “cascarón” es de gran fortaleza, lucha por sobrevivir y busca sujetos en los cuales pueda introducirse a fin de continuar su existencia en el plano de la materia. Cuando uno de estos entes logra entrar en el ovoide mental de un hombre se produce en éste un marcado cambio de carácter, ya que toma la personalidad inferior e instintiva del difunto a quien pertenecía esta entidad.
Toda clase de obsesiones se producen por esta causa, y si el cascarón es suficientemente poderoso puede llegar a desalojar completamente al espíritu, produciéndose entonces la locura. En otros casos más graves son varias las entidades usurpadoras que se disputan el cuerpo produciéndose locura furiosa. En un elevado porcentaje la insanía es provocada por esta causa.
En algunos casos es posible proceder a la expulsión de estos entes ya que temen al individuo puro, bien posesionado de sí mismo, de fuerte voluntad y carácter magnético o solar.
Las sesiones de espiritismo son el lugar donde se manifiestan los cascarones para alimentarse de las energías del médium y de los que forman la cadena de invocación. Es a causa de esto que los mediums sufren de agotamiento nervioso y consunción, ya que están entregando sus energías a estos vampiros del invisible que se burlan de ellos simulando ser espíritus desencarnados. Los grandes engañados y perjudicados son los que asisten a estas sesiones creyendo sinceramente que se materializan los espíritus de los difuntos. Sin darse cuenta están haciendo un gran daño al mantener con vida a estas entidades que al absorber parte de la conciencia de los asistentes quedan capacitadas para actuar conscientemente haciendo el mal.
Cuando la ciencia compruebe la existencia de estos seres, se habrá dado un gran paso en el tratamiento de la locura, obsesiones, y enfermedades nerviosas y mentales.
Todas las enfermedades se originan en la mente y sólo después de cierto período llegan a manifestarse en el cuerpo físico.

LOS DESEOS

Múltiples y variados son los deseos que se originan en el ser humano. El desear algo es tan habitual y natural como respirar. El deseo es otro de los caminos a través de los cuales el hombre despilfarra su energía mental. Si nos observamos atentamente veremos que en un solo día deseamos infinidad de cosas sin mayor importancia. Si nos abstuviéramos de estos deseos fútiles y concentráramos nuestras energías en una sola cosa, nos sería mucho más fácil lograr lo que queremos, ya que el deseo es una poderosa fuerza atractiva que actúa tal como un imán que atrajera hasta nosotros lo que queremos.
El deseo es una de las fuerzas que mantienen al ser humano atado a la materia, ya que éste es esclavo de sus propios deseos. A fin de liberarse de estás ataduras, debe educarse a sí mismo para concebir solamente deseos de elevado orden que son los que nacen del espíritu, y que, lejos de esclavizar, liberan y elevan.
Hay deseos insatisfechos de orden instintivo y anímico que se convierten en una obsesión y que pueden conducir a la locura.
Tal como en el caso del pensamiento, el deseo es una fuerza creadora que da vida en el campo energético a un ser cuya vibración será acorde a la calidad del deseo.
Estos hijos invisibles se alimentan de su creador y no se separan de él hasta que toman vida en la materia o se agotan. Los deseos puramente pasionales e instintivos son verdaderas sanguijuelas que se adentran en la psiquis succionando la vitalidad.
Un vicio es un deseo desmedido e incontrolado, es decir, una formación de energía electromagnética que adquirió conciencia. Este ente-deseo solamente podrá mantener su existencia si recibe en forma regular cierta cantidad de energía que solamente podrá provenir de la satisfacción del deseo. Debido a esto cuesta tanto vencer un vicio determinado, ya que para lograrlo hay que desintegrar por medio de la voluntad esta coagulación negativa. Los vicios se transmiten fácilmente, ya que en muchos casos ocurre que un ente-deseo al no lograr arrastrar a su padre nuevamente al vicio, busca un campo más propicio en otro sujeto. Un abstemio puede transformarse de la noche a la mañana en un bebedor consuetudinario.
Los incubos y súcubos son solamente entes-deseos de gran vitalidad, vampiros que buscan constantemente víctimas para poder alimentarse.
Hay ciertos individuos dignos de lástima que son verdaderos receptáculos de variados entes-deseos, donde cada cual lucha por su existencia y trata de devorar a sus congéneres. Estos hombres viven dominados por fuertes y contradictorias tendencias que se ven obligados a seguir para estar tranquilos, ya que estos vampiros les dejan un cierto respiro después de recibir su alimento.
No es posible establecer hasta qué punto la función mental se ve impedida por la acción de estas criaturas, pero sí es posible afirmar que un alto porcentaje de las decisiones y tendencias del hombre están dictadas por estos ladrones que interfieren el pensamiento con sus vibraciones pasionales.
Como un ejemplo interesante citaré el vicio del cigarrillo que da nacimiento a una particular entidad formada por la energía del tabaco al arder y el placer experimentado por el fumador. Esta entidad provoca constante inquietud al fumador, inquietud que sólo logra apaciguar al encender un cigarrillo.
Basándose en este ejemplo pueden los lectores analizar otros entes-deseos de carácter más delicado que mantienen esclavizados a sus creadores.

John Baines.

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