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domingo, 13 de noviembre de 2016

Los Cuatro Reinos - Concepto Rosacruz del Cosmos - EXTRACTO




CAPÍTULO II

LOS CUATRO REINOS 

Los tres mundos de nuestro planeta son actualmente el campo donde se desarrolla la evolución para cierto número de reinos de vida, en varios grados de desarrollo. Únicamente cuatro de estos nos interesan por el momento: el mineral, el vegetal, el animal y el humano.
  Estos cuatro reinos están relacionados con los tres mundos de diferente manera, de acuerdo con el progreso que esos grupos de vidas evolucionantes han hecho en la escuela de la experiencia. En lo que concierne a las Formas, los cuerpos densos de todos los reinos están compuestos de las mismas sustancias químicas: sólidos , líquidos y gases de la Región Química. El cuerpo denso del hombre es tan compuesto químico como la piedra, si bien esta última solo está ocupada por la Vida mineral. Pero cuando hablamos puramente desde el punto de vista físico, dejando a un lado toda otra consideración, hay varias diferencias importantes si consideramos el cuerpo denso del ser humano con el mineral de la Tierra. El hombre se mueve, crece y propaga su especie; pero el mineral en su estado nativo, no hace nada de eso.
  Comparando el hombre con los vegetales, nos encontramos con que ambos tienen un cuerpo denso; capaces de crecer y de propagarse; pero el hombre tiene facultades que no posee la planta, pues aquel siente y tiene el poder de moverse y de percibir las cosas exteriores a él.
  Cuando comparamos al hombre con los animales, vemos que ambos sienten, se mueven, crecen, se propagan y perciben. Pero el hombre tiene además la facultad del lenguaje, una estructura cerebral superior y las manos, que son realmente una ventaja física. Débese notar especialmente el desarrollo del pulgar, que hace la mano muchísimo más útil que la del antropoide.
(Diagrama a)
El   lenguaje humano es definido y expresa sentimientos y pensamientos, todo lo cual coloca a su cuerpo en una clase aparte, más allá de los tres reinos inferiores.
  Para comprender estas diferencias de los cuatro reinos, debemos ir a los mundos invisibles y buscar las causas que dan a un reino lo que a otros les es negado.
  Para funcionar en cualquier mundo y expresar las cualidades peculiares a él, debemos poseer, ante todo, un vehículo compuesto de su materia. Para funcionar en el Mundo Físico denso es necesario tener un cuerpo denso, adaptado a nuestro ambiente. En caso contrario, seríamos fantasmas, como se les llama generalmente a los que son invisibles para la mayoría de los seres físicos. Además tenemos necesidad de un cuerpo vital para poder expresar vida y crecimiento, o exteriorizar las otras cualidades pertenecientes a la Región Etérica.
  Para manifestar sentimiento y emoción, es necesario tener un vehículo compuesto por materia del Mundo del Deseo y una mente formada por la sustancia de la Región del Pensamiento Concreto para que el pensamiento nos sea posible.
  Cuando examinamos los cuatro Reinos con relación a la Región Etérica, nos encontramos con que el reino mineral no posee un cuerpo vital separado, y en seguida comprendemos por qué no puede crecer, propagarse o mostrar vida sensible.
  Como hipótesis necesaria para explicar otros hechos, la ciencia material sostiene que en el sólido más denso, así como en el gas más sutil, ni siquiera se tocan dos átomos, sino que los rodea una envoltura de éter y que esos átomos flotan en el universo en un océano de éter.
  El ocultista sabe que eso es cierto en la Región Química, y que el mineral no posee un cuerpo vital de éter separado. Y como que el éter planetario es el único que envuelve los átomos del mineral, se comprende entonces con toda facilidad la diferencia. Es necesario, como ya hemos dicho, el tener un cuerpo vital, un cuerpo de deseos, etc., separados para poder expresar las cualidades correspondientes de los diferentes Reinos, porque los átomos del Mundo del Deseo, del Mundo del Pensamiento y de los mundos superiores interpenetran el mineral lo mismo que el cuerpo humano, y si la interpenetración del éter planetario, que es éter que envuelve los átomos del mineral, fuera suficiente para permitirle el sentimiento y la propagación, su interpenetración por el Mundo del Pensamiento sería también suficiente para permitirle pensar, lo que no puede hacer porque carece de un vehículo separado. Esta penetrado solamente por el éter planetario y, por lo tanto, es incapaz de crecimiento "individual". Únicamente el éter más inferior de los cuatro, el Químico, está activo en el mineral, siendo debidas a éste las fuerzas químicas en los minerales.
  Cuando consideramos la planta, el animal y el hombre con relación a la Región Etérica notamos que cada uno tiene un cuerpo vital separado, además de estar compenetrados por el éter planetario que forma la Región Etérica. Existe, sin embargo, una diferencia entre el cuerpo vital de la planta, el de los animales y el del hombre. En el cuerpo vital de la planta , únicamente están en plena actividad el éter Químico y el Éter de Vida. Por lo tanto, la planta puede crecer por la acción del Éter Químico, y puede propagar su especie , por medio de la actividad del Éter de Vida del cuerpo vital separado que posee. El Éter Luminoso está también presente , pero es parcialmente latente, y el Éter Reflector falta por completo. Es evidente, por lo tanto, que las facultades perceptivas y la memoria, que son cualidades de estos éteres, no pueden manifestarse en el reino vegetal.
  Si dirigimos nuestra atención sobre el cuerpo vital del animal, nos encontraremos conque en él , los éteres Químico, de Vida y Luminoso son dinámicamente activos. Por consiguiente, el animal posee las facultades de asimilación y crecimiento, originadas por las actividades del Éter Químico, y la facultad de propagarse por medio de la acción del Éter de Vida, los que son comunes al reino vegetal y animal. Pero el animal tiene además la acción del Éter Luminoso, y, por lo tanto, posee la facultad de generar calor interno y sentidos de percepción. El cuarto éter , sin embargo, es inactivo en el animal y, por lo tanto, carece de pensamiento y de memoria. Lo que parece ser tal se demostrará más adelante que es de naturaleza bien diferente.
  Cuando analizamos al ser humano, vemos que en él los cuatro éteres son dinámicamente activos en su bien organizado cuerpo vital. Por medio de las actividades del Éter Químico asimila el alimento y crece; las fuerzas del Éter de Vida lo capacitan para propagar su especie, las del Éter luminoso producen el calor interno del cuerpo, obran sobre los nervios y músculos, y le abren las puertas de comunicación con el mundo externo por medio de los sentidos, en tanto que el Éter Reflector habilita a su espíritu para gobernar su vehículo por medio del pensamiento. Este éter archiva, además , la experiencia pasada en la memoria.
  El cuerpo vital de la planta, del animal y del hombre se extiende más allá de la periferia del cuerpo denso, como sucede con la Región Etérica, que no es más que el cuerpo vital del planeta, la que se extiende más allá de la parte densa de éste, mostrando una vez más la veracidad del axioma hermético "como es arriba es abajo". La extensión del cuerpo vital del hombre más allá del cuerpo físico es poco más o menos de una pulgada y media. La parte que está fuera del cuerpo denso es muy luminosa y tiene el color parecido al de una flor de melocotonero recién abierta. Ciertas personas que poseen ligeras ráfagas de clarividencia suelen verla, pero no creen ver nada especial y no saben generalmente, que es lo que pasa ante su visión.
  El cuerpo denso se construye en la matriz de este cuerpo vital durante la vida antenatal, y, con una sola excepción, es la copia exacta, molécula por molécula, del cuerpo vital. Así como las líneas de fuerza en el agua son los conductores para la formación de los cristales de hielo, así también las líneas de fuerza en el cuerpo vital determinan la forma del cuerpo denso. En todo el mundo, el cuerpo vital es el constructor y restaurador de las formas densas. Si así no fuera, si el corazón etérico no restaurara el corazón físico, bien pronto se rompería este bajo la presión de la corriente que continuamente fluye de él. Todos los abusos que cometemos con el cuerpo denso hacen reaccionar el cuerpo vital, en lo que está en su poder, y siempre se encuentra luchando contra la muerte del cuerpo denso.
  La única excepción arriba indicada es que el cuerpo vital del hombre es femenino o negativo, mientras que el de la mujer es masculino y positivo. En este sentido tenemos la clave de numerosos problemas intrincados de la vida. La mujer da salida a sus emociones por la polaridad indicada, porque su cuerpo vital genera un exceso de sangre y la obliga a trabajar bajo una presión interna enorme que rompería las aberturas del cuerpo físico si no hubiera una válvula de seguridad, el flujo periódico, y otra válvula que son las lágrimas, y que limitan la presión en ocasiones especiales, pues las lágrimas son realmente una "hemorragia blanca".
  El hombre puede tener, y tiene, emociones tan fuertes como las de las mujeres, pero generalmente puede suprimirlas sin lágrimas porque su cuerpo vital negativo no genera más sangre que la que puede dominar fácilmente.
  Contrariamente a lo que sucede con los vehículos superiores de la humanidad, el cuerpo vital, excepto bajo ciertas circunstancias, que explicaremos cuando lleguemos al asunto de la "Iniciación", no abandona ordinariamente al cuerpo denso, hasta la muerte de este último. Entonces las fuerzas químicas del cuerpo denso no están ya más bajo el dominio de la vida evolucionante y proceden a restaurar la materia a su condición primitiva desintegrándola, haciéndola así apta para la formación de otros cuerpos en la economía de la Naturaleza. La desintegración es , pues, debida a la actividad de las fuerzas planetarias en el Éter Químico. La contextura del cuerpo vital puede compararse hasta cierto punto con una de esas pinturas formadas por cientos de piezas de madera y que presentan innumerables efectos de óptica al observador. El cuerpo vital presenta millones de puntitos al observador. Estos puntos entran en los centros huecos de los átomos densos, y al imbuirles fuerza vital vibran mucho más intensamente que los de los minerales de la Tierra que no han sido acelerados así. Cuando una persona se desmaya, o se cae de una altura, o se hiela, el cuerpo vital abandona el cuerpo denso, cuyos átomos se vuelven momentáneamente inertes por consecuencia; pero cuando resucita o vuelve en sí, los "puntitos" tornan a insertarse en los átomos densos. La inercia atómica hace que se resistan un tanto a volver a vibrar como antes, lo que es causa de esa sensación de fatiga y aniquilamiento que se nota en tales ocasiones, pero no ordinariamente, por la misma razón de que estamos conscientes de cuando se para o se pone a andar un reloj; pero no nos fijamos en su tictac cuando sigue marchando.
  Hay ciertos casos en los que el cuerpo vital deja parcialmente el cuerpo denso, como cuando se nos "duerme un brazo", por ejemplo. Entonces la mano etérea del cuerpo vital puede verse flotando sobre el brazo denso, como un guante, y los "puntitos" producen ese cosquilleo especial que se siente cuando penetra nuevamente en el brazo físico. En algunos casos de hipnosis la cabeza del cuerpo vital se divide y cuelga de la cabeza densa por fuera, la mitad sobre cada hombro o permanece en torno del cuello como un collar. La ausencia de cosquilleo al despertar en tales casos es debida a que durante la hipnosis parte del cuerpo vital de la víctima ha sido substituido por el del hipnotizador.
  Cuando se emplean los anestésicos, el cuerpo vital es expulsado parcialmente del cuerpo físico, junto con los demás vehículos, y si la aplicación es demasiado fuerte, se produce la muerte. El mismo fenómeno puede observarse en el caso de los médiums materializadores. En realidad, la diferencia entre un médium de esa clase y un hombre y una mujer cualquiera es: en el hombre o mujer corrientes, el cuerpo vital y el cuerpo denso están, en el estado actual de la evolución, estrechamente relacionados, mientras que en el médium esa relación es débil. No ha sido siempre así, y un tiempo vendrá en que el cuerpo vital podrá abandonar normalmente al cuerpo físico, lo que al presente no se efectúa. Cuando un médium permite que su cuerpo vital sea empleado por entidades del Mundo del Deseo que quieren materializarse, el cuerpo vital sale del lado izquierdo, a través del bazo, que es "puerta" particular. Entonces, las fuerzas vitales no pueden fluir en el organismo como lo hacen generalmente y el médium se queda exhausto y algunos de ellos se ven obligados a hacer uso de estimulantes, por lo que, con el tiempo, se convierten en incurables bebedores.
  La fuerza vital del Sol que nos rodea como un fluido incoloro es absorbida por el cuerpo vital por medio de la contraparte etérica del bazo, donde sufre una curiosa transformación de color. Se hace pálido-rosada y circula por los nervios a través del cuerpo denso. Es, respecto a los nervios, lo que la electricidad es al telégrafo. Aunque haya alambres, aparatos y telegrafistas, si falta la electricidad no pueden enviarse los mensajes. El Ego, el cerebro y el sistema nervioso pueden estar en perfecto orden; pero si falta la fuerza vital que pueda llevar los mensajes del Ego a través de los nervios y de los músculos, el cuerpo denso permanecerá inerte. Esto es, precisamente, lo que sucede cuando una parte del cuerpo se paraliza. El cuerpo vital se ha enfermado y la fuerza vital ya no puede fluir.
  En tales casos, como la mayoría de las enfermedades, la perturbación es de los vehículos invisibles y sutiles. El reconocimiento consciente o inconsciente de este hecho hace que los médicos más afamados empleen la sugestión -que obra sobre los vehículos superiores - como un auxiliar de la medicina. Cuanta más fe y esperanza pueda imbuir el médico a su paciente, tanto más pronto se desvanecerá la enfermedad dando lugar a una salud perfecta.
  Durante la salud, el cuerpo vital especializa una superabundancia de fuerza vital, la que, después de pasar por el cuerpo denso, irradia en líneas rectas en todas direcciones, desde la periferia de aquel, como los radios de un círculo irradian desde el centro; pero en casos de enfermedad, cuando el cuerpo vital se atenúa, no puede absorber la misma suma de fuerza y, además, el cuerpo denso la necesita. Entonces las líneas de fluido vital que se exteriorizaban antes, se curvan y caen, mostrando la falta de fuerza o debilidad que se ha producido. En estado de salud estas irradiaciones se llevan los gérmenes y microbios enemigos de la sanidad del cuerpo denso; pero en la enfermedad, cuando la fuerza vital es débil, esas emanaciones no eliminan tan fácilmente los gérmenes nocivos.
  Por lo tanto, el peligro de contraer una enfermedad es mucho mayor cuando las fuerzas vitales son escasas, que cuando se está en robusta salud.
  En los casos en que se amputa parte del cuerpo, el éter planetario es el único que acompaña a la parte separada. El cuerpo vital separado y el cuerpo denso se desintegran sincrónicamente después de la muerte. Y así sucede con la contraparte etérica del miembro o parte amputada. Se irá desintegrando conforme lo haga la parte densa, y puede probarse que el hombre conserva la parte etérica, porque si se trata de una mano amputada, puede sentirse dolor y sufrimiento en ella durante algún tiempo. Existe cierta relación entre el miembro amputado y la parte etérica, independiente de la distancia. Se sabe de un caso en que un hombre sintió un fuerte dolor, como si se le hubiera clavado un clavo en la pierna que le habían amputado, dolor que persistió hasta que dicho miembro fue exhumado y se encontró que, efectivamente, se había clavado en el un clavo cuando lo encajonaron para enterrarlo. Sacóse el clavo y el dolor cesó. De acuerdo con esto están todos los casos en los que hay personas que sufren en el miembro amputado durante dos o tres años después de la operación. Después el dolor cesa. Esto es debido a que la enfermedad es aún efectiva en la parte etérica no amputada; pero en cuanto la parte densa amputada se desintegra, se desintegra también la etérea y el dolor cesa.
  Habiendo notado las relaciones de los cuatro Reinos con la Región Etérica del Mundo Físico, estudiaremos su relación con el Mundo del Deseo.
  Aquí nos encontramos con que, tanto los minerales como las plantas, carecen de cuerpos de deseos separado. Están compenetrados únicamente con el cuerpo de deseos planetarios, o sea el Mundo del Deseo. Careciendo de vehículo separado, son incapaces de sentir, de desear, de emocionarse, que son facultades que pertenecen al Mundo del Deseo. Cuando se rompe una piedra, ésta no siente; pero sería erróneo deducir que no hay sentimiento alguno relacionado con tal acto. Esta es la teoría del materialista y la de la multitud incapaz de comprender. Pero el ocultista sabe que no hay acto alguno, grande o pequeño, que no sea sentido a través de todo el universo; y si bien la piedra no puede sentir por carecer de cuerpo de deseos individual, sí lo siente el Espíritu de la Tierra, porque es Su cuerpo de deseos el que compenetra la piedra. Cuando un hombre se corta un dedo, como éste no posee cuerpo de deseos separado, tampoco siente la pena o el dolor, pero sí lo siente el hombre, porque es su cuerpo de deseos el que compenetra el dedo. Si se arranca de raíz una planta, el Espíritu de la Tierra siente lo mismo que si al hombre le arrancaran un cabello. La tierra es cuerpo viviente y sensitivo, y todas las formas que carezcan de un cuerpo de deseos separado por medio del cual pueda el espíritu sentir, están incluidas en el cuerpo de deseos de la Tierra, y ese cuerpo siente. El romper una piedra o cortar una flor produce placer a la Tierra, mientras que arrancar una planta de raíz le produce dolor. Esto se explicará en la última parte de esta obra, porque ahora toda explicación sería incomprensible para la generalidad.
  El Mundo de Deseos planetario vibra a través de los cuerpos denso y vital del animal y del hombre, de la misma manera que compenetra el animal y la planta; pero además de esto, el animal y el hombre tienen cuerpos de deseos separados que los capacitan para tener deseos, emociones y pasiones. Existe una diferencia, sin embargo. El cuerpo de deseos del animal está formado enteramente por materia de las regiones más densas del Mundo del Deseo, mientras que aun en el caso de las razas humanas más bajas, entra un poco de materia de las regiones superiores en la composición de su cuerpo de deseos. Los sentimientos de los animales y los de las razas humanas inferiores se refieren por completo a la gratificación de los deseos y pasiones más inferiores que encuentran su expresión en las regiones inferiores del Mundo del Deseo. Y de aquí que para que puedan tener tales emociones y educarlas para algo superior, es necesario que tengan los materiales correspondientes en su cuerpo de deseos. Conforme un hombre progresa en la escuela de la vida, sus experiencias le enseñan y sus deseos se hacen más puros y mejores. Y de esta manera, por grados sucesivos, su cuerpo de deseos sufre el cambio correspondiente. La materia pura y brillante de las regiones superiores del Mundo del Deseo reemplaza los colores sombríos de la parte inferior. El cuerpo de deseos crece además en tamaño, de tal modo que el de un santo es un objeto glorioso, siendo su transparencia luminosa y pureza de colores incomparables e imposibles de describir. Es necesario verlo para poder apreciarlo.
  Actualmente, la materia de las regiones superiores e inferiores entra en la composición del cuerpo de deseos de la mayoría de la humanidad. Ningún hombre es tan malo que no tenga algún rasgo bueno, y este rasgo se expresa en la materia de las regiones superiores que se encuentra en su cuerpo de deseos. Por otro lado, son muy pocos los que son tan buenos que no empleen alguna materia de las regiones inferiores.
  De la misma manera que los cuerpos vitales y de deseos planetarios interpenetran la materia densa de la Tierra, como vimos en la ilustración de la esponja , arena y agua, así también los cuerpos vital y de deseos interpenetran el cuerpo denso de la planta, del animal y del hombre. Pero durante la vida del hombre, su cuerpo de deseos no tiene la misma forma que su cuerpos denso y vital. Después de la muerte es cuando asume esa forma, mientras que durante la vida tiene la apariencia de un ovoide luminoso que en las horas de vigilia rodea completamente al cuerpo denso como la clara envuelve a la yema. Se extiende de doce a dieciséis pulgadas más allá del cuerpo denso. En ese cuerpo de deseos existe cierto número de centros sensoriales; pero en la gran mayoría de los hombres solo están latentes. El despertar de estos centros de percepción correspondería al despertar de los ojos del ciego de nuestro ejemplo anterior.
(Diagramas b-c-d)
La materia del cuerpo de deseos   humanos está en un movimiento incesante de increíble rapidez. Ningún átomo de ella permanece en reposo ni por un solo instante. La materia que se encuentra sobre la cabeza en determinado momento puede encontrarse a los pies en el instante siguiente, y volver de nuevo a ocupar su sitio primitivo. No existe órgano alguno en el cuerpo de deseos como en los cuerpos vital o físico; pero hay centros de percepción que, cuando están en actividad, parecen vórtices, permaneciendo siempre en la misma posición con relación al cuerpo denso, encontrándose la mayoría de ellos alrededor de la cabeza. En la generalidad de la raza humana esos centros son simples remolinos y no tienen utilidad alguna como centros de percepción. Pueden ser despertados en todos, sin embargo, pero hay que tener en cuenta que según los métodos son los resultados que se consiguen.
  En el clarividente involuntario, desarrollado en sentido negativo e inapropiado, estos vórtices giran de derecha a izquierda, o sea en dirección opuesta a las manecillas de un reloj. En el cuerpo de deseos de un clarividente voluntario, debidamente desarrollado, giran en la misma dirección que las manecillas de un reloj, fulgurando esplendorosamente y sobrepasando en mucho a la brillante luminosidad del cuerpo de deseos ordinario.
  Estos centros son los medios de percepción en el Mundo del Deseo, pudiendo aquel ver e investigar a voluntad por su intermedio, mientras que en la persona cuyos centros giran de derecha a izquierda son como espejos que reflejan lo que pasa ante ella. Tal persona es incapaz de obtener conocimientos reales. La razón de esto se indicará más adelante; pero lo mencionado es una de las diferencias fundamentales entre un médium y un clarividente desarrollado convenientemente. Para la mayoría resulta casi imposible distinguir entre ambos; pero existe una regla de oro que todo el mundo puede seguir con toda confianza: ningún vidente genuinamente desarrollado empleará su facultad por dinero o su equivalente, ni la empleará tampoco para satisfacer la curiosidad, sino únicamente para ayudar a la humanidad.
  Nadie capaz de enseñar el método apropiado para el desarrollo de esa facultad cobrará jamás por ello, ni siquiera por una sola lección. Los que piden dinero por ejercitarla o por dar lecciones como hacerlo no tienen nada que valga la pena pagar. La regla mencionada es una guía segurísima que puede ser seguida por todos con absoluta confianza.
  En un futuro bastante lejano, el cuerpo de deseos del hombre se organizará definitivamente como lo están al presente los cuerpos vital y denso. Cuando hayamos llegado a ese estado, tendremos el poder de funcionar en el cuerpo de deseos tal como lo hacemos ahora en el cuerpo denso, que es el más antiguo y más organizado de los cuerpos del hombre, siendo el de deseos el más joven, por así decirlo.
  El cuerpo de deseos está radicado en el hígado así como el vital lo está en el bazo.
  En todos los seres de sangre caliente, que son los más altamente desarrollados y que poseen sentimientos, pasiones y emociones, puede decirse que realmente viven, en todo el sentido de la palabra, ya que no vegetan meramente. En tales seres repetimos, las corrientes del mundo del deseo fluyen hacia el exterior por el hígado. La materia de deseos está continuamente fluyendo en líneas curvas que viajan hacia todos los puntos de la periferia del ovoide, y entonces vuelven al hígado a través de cierto número de vórtices, de la misma manera que el agua hirviente fluye continuamente hacia arriba para volver hacia abajo una vez completado su ciclo.
  Las plantas carecen de este principio impulsivo vigorizante y, por lo tanto, no pueden manifestar vida y movimiento en la forma en que lo hacen los organismos más desarrollados.
  Donde hay vitalidad y movimiento, pero no sangre roja, no existe tampoco cuerpo de deseos separado. El ser se encontrará simplemente en estado de transición de la planta al animal y, por lo tanto, solo se mueve bajo el impulso del espíritu-grupo.
  En los animales de sangre fría que tienen hígado y sangre roja, existe un cuerpo de deseos separado y el espíritu-grupo dirige las corrientes hacia adentro, porque en su caso el espíritu separado (del pez o reptil individual, por ejemplo) está completamente fuera del vehículo denso.
  Cuando el organismo ha evolucionado hasta el punto que el espíritu separado puede empezar a entrar dentro de sus vehículos, entonces comienza - el espíritu individual - a dirigir las corrientes hacia fuera, y vemos el principio de la existencia pasional y de la sangre caliente. La sangre roja caliente del hígado suficientemente desarrollado como para contener un espíritu es lo que fortalece las corrientes que se lanzan hacia fuera, lo que es causa de que el hombre y el animal manifiesten deseos y pasiones. En los animales, el espíritu no está aún completamente dentro de sus vehículos. Esto no se verifica hasta que los puntitos del cuerpo vital y del deseo se correspondan , como se explica en el Capítulo XII. Por esta razón, el animal no es un ser completamente "vivo", es decir, no vive tan completamente como el hombre, ni es capaz de tener deseos y emociones tan sutiles como las de éste, porque no tiene plena conciencia. Los mamíferos actuales se encuentran en un plano superior a aquél en el que se encontraba el hombre en su estado animal de su evolución, porque aquellos tienen sangre roja y caliente, cosas que el hombre no tuvo en aquel grado. Esta diferencia de estados es debida al sendero en espiral de la evolución, lo que también es causa de que el hombre sea ahora un tipo de humanidad superior a la que formaron los ángeles actuales cuando se encontraban en estado humano. Los mamíferos de hoy que han alcanzado en su estado animal la sangre roja y caliente y que, por lo tanto, son capaces de experimentar deseo y emoción hasta cierto grado, serán en el Período de Júpiter un tipo de humanidad más pura y mejor que lo que somos nosotros ahora, mientras que habrá algunos de los que componen nuestra actual humanidad que aún en el Período de Júpiter serán franca y abiertamente malvados. Sin embargo, entonces no podrán satisfacer sus pasiones como ahora, pues serán consumidos por sus propias fechorías.
  A la luz de esta exposición sobre las relaciones entre el hígado y la vida del organismo, es de notar que en varias lenguas europeas :inglés, alemán y escandinavo, la misma palabra indica el citado órgano del cuerpo (The "liver", el hígado) y también "uno que vive".
  Cuando dirigimos nuestra atención a los cuatro Reinos en su relación con el Mundo del Pensamiento, encontramos que los minerales, las plantas y los animales carecen de un vehículo correlacionado a ese mundo. Sabemos, sin embargo, que algunos animales piensan; pero esos animales son los más domesticados, que han permanecido durante generaciones enteras en estrecho contacto con el hombre y han desarrollado así facultades no poseídas por los otros animales que no han tenido esa ventaja. Esta se basa sobre el mismo principio de que un alambre cargado de electricidad "induce" una corriente más débil en otro alambre próximo a él, o que un hombre de fuerte moralidad inducirá una tendencia en una naturaleza más débil, mientras que uno moralmente débil, será arrastrado por la influencia de vigorosos caracteres malignos, si se pone en contacto con ellos. Todo cuanto hacemos, decimos o somos, se refleja en torno nuestro. Esta es la razón de porqué piensan los animales domésticos. Son los más elevados de su clase, casi a punto de individualizarse, y las vibraciones mentales del hombre han "inducido" en ellos una actividad similar de orden inferior. Salvo esta excepción, el reino animal no ha adquirido aún la facultad de pensar. No están todavía individualizados. Esta es la gran y cardinal diferencia entre el hombre y los demás reinos. El hombre es un individuo. Los animales y vegetales se dividen en especies; no están individualizados en el mismo sentido en que lo está el hombre.
  Es cierto que dividimos la humanidad en razas, tribus y naciones: notamos la diferencia entre los caucásicos, los negros, los indios, etc.; pero no es ésa la cuestión. Si queremos estudiar las características del león o del elefante o de cualquier otra especie de animales inferiores, todo lo que nos es necesario es tomar un ejemplo o espécimen de ellos con ese propósito. Cuando aprendemos las características de un animal, conocemos también todas las características de la especie a la que pertenece. Todos los ejemplares de la misma tribu animal son iguales. Este es el punto. Un león o su padre, o su hijo, todos son iguales; no hay diferencia alguna en cuanto a cómo obrarán bajo las mismas condiciones. Todos tienen iguales semejanzas y desemejanzas; el uno es lo mismo que el otro.
  No sucede así, sin embargo, con los seres humanos. Si queremos conocer las características de los negros, no es suficiente con que examinemos un solo individuo. Sería necesario examinar a cada uno individualmente, y aun entonces no llegaríamos a conocimiento real alguno respecto a los negros "como un todo" simplemente porque lo que es una característica del individuo no puede aplicarse a la colectividad o a toda la raza.
  Si quisiéramos conocer el carácter de Abraham Lincoln, de nada nos serviría el estudiar a su padre, a su abuelo o a su hijo, porque diferirían por completo. Cada uno tiene sus propias peculiaridades, completamente distintas de las idiosincracias de Abraham Lincoln.
  Por otro lado, los minerales, vegetales y animales pueden describirse si dedicamos nuestra atención a describir cada especie, mientras que en la raza humana hay tantas especies como individuos. Cada persona, cada individuo, es una "especie", es una ley en si mismo, separada y aparte de cualquier otro individuo, tan diferente de sus conciudadanos como diferentes son dos especies del reno animal. Podremos escribir la biografía de un hombre, pero un animal no puede tenerla. Esto es debido a que en cada hombre existe un espíritu individual, interno, que dicta los pensamientos y acciones de cada ser humano individual mientras que sólo existe un "espíritu -grupo" común a todos los diferentes animales o plantas de la misma especie. El espíritu-grupo trabaja en todos ellos desde afuera. El tigre que se mueve en los matorrales de la jungla de la India y el tigre encerrado en la jaula de un parque son ambos expresiones del mismo espíritu-grupo. A ambos se influye de parecida manera desde el Mundo del Deseo, estando la distancia casi suprimida en los Mundos Internos.
  Los espíritus-grupos de los tres Reinos inferiores se encuentran diversamente situados en los mundos superiores, como veremos cuando estudiemos la conciencia de los diferentes Reinos; pero ara comprender convenientemente las posiciones de estos espíritus-grupos en los mundos internos es necesario recordar y comprender con claridad lo que ya se ha dicho sobre todas las formas que están en el mundo visible, como cristalizaciones de los modelos o ideas de los mundos superiores, a cuyo efecto se mencionó el ejemplo del arquitecto y del inventor de máquinas. Así como los jugos del cuerpo blando y viscoso del caracol se cristalizan en una costra dura que luego lleva sobre la espalda, así también los espíritus-grupos de los mundos superiores han cristalizado similarmente, fuera de sí mismos, los cuerpos materiales, densos , de los diferentes Reinos.
  Así que los llamados "cuerpos superiores" tan finos y sutiles que son invisibles, no son, en manera alguna, "emanaciones" del cuerpo denso, sino que los vehículos densos de todos los reinos corresponden a la cáscara del caracol, que es una cristalización de sus jugos, representando el caracol al espíritu, y sus jugos, en vías de cristalización, a la mente, al cuerpo de deseos y al cuerpo vital.
(Diagramas 3-4)
Los diversos vehículos fueron emanados por el espíritu de sí mismo, con el propósito de adquirir experiencia por su intermedio. Es el espíritu el que mueve el cuerpo denso a voluntad, como el caracol mueve su cáscara, y no el cuerpo el que gobierna los movimientos del espíritu. Cuanto más estrechamente puede ponerse en relación el espíritu con su vehículo, mejor puede dominarlo y expresarse por su intermedio, y viceversa. Esta es la clave de los diferentes estados de conciencia en los diferentes reinos. El estudio de los diagramas 3 y 4 dará una clara idea de los vehículos de cada reino y de la manera en que están correlacionados a los diferentes mundos y los resultantes estados de conciencia.
  Por el diagrama 3 aprenderemos que el Ego separado es segregado definitivamente del Espíritu Universal en la Región del Pensamiento Abstracto. Muestra que únicamente el hombre posee la cadena completa de vehículos que lo correlacionan a todas las divisiones de los tres Mundos. El animal carece de un eslabón de esa cadena: la mente; la planta carece de dos: la mente y el cuerpo de deseos; y el mineral carece de tres para funcionar conscientemente en el Mundo Físico: la mente, el cuerpo de deseos y el cuerpo vital.
  La razón de las varias diferencias es que el reino mineral es la expresión de la última corriente de vida evolucionante; el reino vegetal es sostenido por una corriente de vida que es más antigua en el sendero de la evolución; la corriente de vida del reino animal tiene un pasado más antiguo aún, mientras que el hombre, es decir, la vida que se expresa actualmente a través de la forma humana, tiene el pasado más antiguo de todos los cuatro reinos y, por lo tanto, va a la cabeza. A su debido tiempo las tres oleadas de vida que ahora animan los reinos inferiores alcanzarán el estado humano, pero entonces nosotros habremos pasado a un estado de desarrollo superior.
  Para comprender el grado de conciencia que resulta de la posesión de los vehículos empleados por la vida evolucionante en los cuatro reinos, dirijamos nuestra atención al cuatro diagrama, que muestra que el hombre, el Ego o Pensador, ha descendido a la Región Química del Mundo Físico. En ella ha empezado a dirigir sus vehículos, consiguiendo así el estado de conciencia de vigilia. Está aprendiendo a dominarlos. Ni los órganos del cuerpo de deseos, ni los de la mente, se han desarrollado todavía. El último no es aún ni siquiera un cuerpo. Actualmente no es más que un eslabón, un material para uso del Ego como punto focal. Es, por otra parte, el último de los vehículos que se han formado. El espíritu trabaja gradualmente de la sustancia más sutil a la más densa, construyéndose también los vehículos, primero en sustancia sutil y después en sustancia cada vez más densa. El cuerpo denso fue construido primeramente y ha llegado ahora a su cuarto grado de densidad; el cuerpo vital se encuentra en su tercer estado y el cuerpo de deseos en el segundo; y, por lo tanto, es parecido a una nube; en tanto que la mente se encuentra todavía en su primer grado. Como que esos vehículos no han desarrollado aun órganos, es evidente que ellos solos serían inútiles como vehículos de conciencia. Sin embargo el Ego penetra dentro del cuerpo denso y conecta esos vehículos sin órganos con los centros físicos de los sentidos, y así obtiene el estado de conciencia de vigilia en el Mundo Físico.
  El estudiante debe notar que debido a su conexión con el cuerpo denso, tan espléndidamente organizado, esos vehículos superiores pueden ser de algún valor al presente. De este modo, no comÉterá el error tan frecuente en muchas personas que en cuanto saben que existen cuerpos superiores, que creen independientes del cuerpo denso, hablan de este como de una cosa grosera y vil, y dirigen sus ojos al cielo y desean dejar prontamente esta existencia terrestre para volar en sus vehículos superiores.
  Estas personas no comprenden generalmente la diferencia entre "Superior" y "Perfecto". Ciertamente el cuerpo denso es el vehículo inferior en el sentido de que es el más pesado y relaciona al hombre con el mundo de los sentidos, con todas las limitaciones que esto implica. Como ya indicamos, tiene tras sí un enorme período evolutivo; está en su cuarto grado de desarrollo, y ha alcanzado ahora un maravilloso y grandioso grado de perfección y de eficiencia. Llegará un tiempo en el que alcanzará la perfección; pero, así y todo, actualmente es el vehículo mejor organizado de los que posee el hombre. El cuerpo vital está en su tercer grado evolutivo y menos organizado aún que el cuerpo denso. El cuerpo de deseos y la mente son todavía simples nubes, casi inorganizados por completo. En los seres humanos más inferiores, estos vehículos no son ni siquiera ovoides definidos; son más o menos indefinidos en su forma.
  El cuerpo denso es un instrumento admirablemente construido y debe reconocerlo así cualquiera que pretenda conocer la constitución del hombre. Obsérvese el fémur, por ejemplo. Este hueso soporta todo el peso del cuerpo. En su parte externa está formado por una delgada capa de hueso compacto, fortalecido en su parte interna por fibras entrecruzadas de hueso celular, en forma tan maravillosa que el puente más perfecto o la obra de ingeniería más bien hecha nunca pueden llegar a formar un pilar de igual fortaleza con tan poco peso. Los huesos del cráneo están construidos de parecida manera, empleándose siempre el mínimo de material y obteniéndose el máximum de fortaleza. Obsérvese la sabiduría manifestada en la construcción del corazón y dígase después si este soberbio mecanismo puede ser despreciado. El hombre sabio aprecia en lo que vale su cuerpo denso, y lo cuida lo mejor posible porque sabe que es el más valioso de sus actuales instrumentos.
  El espíritu animal ha alcanzado en su descenso únicamente el Mundo del Deseo: No se ha desarrollado todavía hasta el punto en que pueda "entrar" en un cuerpo denso. Por lo tanto, el animal no tiene espíritu "interno", sino un espíritu-grupo que lo dirige desde afuera. l animal tiene cuerpo denso, cuerpo vital y cuerpo de deseos; pero el espíritu grupo que lo rige se halla externamente. El cuerpo vital y el cuerpo de deseos del animal no están completamente dentro del cuerpo denso, especialmente en lo que concierne a su cabeza. Por ejemplo, la cabeza etérica de un caballo sobresale a distancia de la cabeza densa. Cuando, como ocurre en contados casos, la cabeza etérica de un caballo penetra en la cabeza de su cuerpo denso, el caballo puede aprender a leer, a contar y a ejecutar operaciones elementales de aritmética. A esto es también debido el que los caballos, perros, gatos y otros animales domésticos perciban el Mundo del Deseo, aunque no siempre distingan la diferencia entre éste y el Mundo Físico. Un caballo se espantará ante una figura invisible para el jinete; el gato se frotará contra unas piernas invisibles. El gato puede ver un fantasma sin comprender, por consiguiente, que sus piernas no son utilizables para menesteres de fricción. El perro más sabio que el caballo o que el gato, siente a menudo que hay algo que no comprende al ver aparecer a su difunto dueño y no poder lamer sus manos. Huirá asustado y confuso a acostarse en un rincón, con la cola entre las patas. La siguiente ilustración podrá quizás mostrar la diferencia entre el hombre con su espíritu individual interno y el animal con su espíritu-grupo externo.
  Imaginemos una habitación dividida por medio de una cortina y que una parte representa el Mundo del Deseo y la otra el Mundo Físico. Hay un hombre en cada división; no pueden verse mutuamente ni pueden estar e la misma división. Sin embargo en la cortina hay diez agujeros, y el hombre que se encuentra en la división que representa el Mundo del Deseo puede meter sus diez dedos por esos agujeros hasta la otra habitación que representa el Mundo Físico. Esto puede dar una excelente representación del espíritu-grupo que está en el Mundo del Deseo. Los dedos representan los animales pertenecientes a una especie. Puede moverlos a su gusto, pero no puede emplearlos tan libre e inteligentemente como el hombre que se encuentra en la división Física puede mover su cuerpo. Este último ve los dedos que atraviesan la cortina y observa que todos se mueven, pero no puede ver la relación que hay entre ellos. Ante él se aparecen como si estuvieran separados y distintos unos de otros. No puede ver que son los dedos del hombre que está detrás de la cortina y que gobierna sus movimientos con su inteligencia. Si hiere a uno de estos dedos, no es solamente el dedo herido, sino también el hombre que está detrás de la cortina. Si se hiere a un animal, éste sufre pero no en el grado que sufre el espíritu-grupo. El dedo no tiene conciencia individualizada; se mueve según quiere el hombre, y así también los animales se mueven a voluntad del espíritu-grupo. Se oye hablar del "instinto animal" y del "instinto ciego". No existe absolutamente esa cosa indefinida y vaga como ser un instinto "ciego". No hay nada "ciego" en la manera como el espíritu-grupo guía a sus miembros: hay Sabiduría , escrita con mayúscula. El clarividente ejercitado cuando funciona en el Mundo del Deseo puede comunicarse con los espíritus-grupo de las especies animales y encuentra que son mucho más inteligentes que un gran porcentaje de seres humanos. Puede observar la maravillosa inteligencia que despliegan al dirigir a los animales que no son más que cuerpos físicos.
  Es el espíritu-grupo el que arrastra a sus bandadas de aves en el otoño y las impulsa a emigrar hacia el Sur, ni demasiado pronto ni demasiado tarde, para escapar a las brisas heladas del invierno; quien dirige su vuelta en la Primavera, haciéndolas volar a la altura necesaria, altura que difiere según las especies.
  Es el espíritu-grupo del castor el que le enseña a construir sus represas a lo largo de la corriente con el ángulo exactamente necesario, considera la rapidez de la corriente y todas las demás circunstancias, precisamente como lo haría un ingeniero experimentado. Es también la sabiduría del espíritu-grupo la que dirige la construcción de la célula hexagonal de la abeja con tan admirable perfección y belleza; el que enseña al caracol a construir y formar su casa en preciosa espiral; el que enseña al molusco oceánico el arte de decorar su concha iridiscente. Sabiduría, sabiduría por doquier, tan hermosa y grande, que el que observe con penetrante mirada no puede menos que sentirse lleno de veneración y respeto.
  En este punto es muy fácil que se nos ocurra el pensamiento de que si el espíritu-grupo es tan sabio, considerado el corto período de evolución del animal comparado con el del hombre, ¿porqué no despliega este último una sabiduría superior y porqué debe enseñársele al hombre a construir represas y geometrizar cuando todo eso lo hace el espíritu grupo sin que se le haya enseñado?
  La respuesta a tal pregunta está relacionada con el descenso del Espíritu Universal en materia de densidad siempre creciente. En los mundos superiores, en los que sus vehículos son pocos y sutiles; está en estrecho contacto con la sabiduría cósmica que brilla de una manera inconcebible para el Mundo Físico, pero conforme el espíritu desciende, la luz de la sabiduría se hace temporalmente más y más oscura , hasta que, en el más denso de todos los mundos, está casi desvanecida.
  Una ilustración hará más claro esto. La mano del hombre es su sirviente más valioso; su destreza le permite responder al más ligero contacto. En algunas profesiones, tales como en las de empleados pagadores de bancos, el tacto de las manos se hace tan sensitivo, que puede distinguir una moneda falsa de una genuina, y tan maravillosamente, que uno creería imposible que la mano pudiera llegar a tener tal inteligencia.
  Su mayor eficiencia se despliega en la música. Es capaz de producir las más hermosas melodías que conmueven el alma. El tacto delicado y acariciante de la mano hace hablar el lenguaje del alma al instrumento, y habla de sus tristezas, de sus alegrías, de sus esperanzas y aspiraciones, de la manera como la música sola puede hacerlo. Es el lenguaje del mundo celeste, el verdadero hogar del espíritu, que fluye de la chispa divina aprisionada en la carne como un mensaje de la patria ausente, de la tierra nativa. la música se dirige a todos, sin distinción de razas, credos o cualquier otra institución mundana. Cuanto más elevado y espiritual es el individuo, más claro habla aquella, y aun el salvaje se conmueve oyéndola.
  Imaginemos ahora que un profesor de música se colocara unos guantes muy finos y tratara de tocar su violín. Notaríase en seguida que su tacto delicado se ha hecho menos sutil; el alma de la música se ha ido. Si se pone otro par de guantes, más gruesos, sobre el primer par, su mano se encontrará inhibida hasta tal punto que podrá ocasionalmente, producir disonancias en vez de los primitivos melodiosos acordes. Y si por último se pusiera aún otro par de guantes sobre los ya puestos, más gruesos todavía, se encontraría temporalmente inhabilitado para tocar, y el que no lo hubiera oído tocar sin guantes previamente, diría que era imposible que tal profesor pudiera tocar hermosas melodías, especialmente si aquel ignoraba que éste se había puesto los guantes.
  Así sucede también con el Espíritu; cada paso hacia abajo, cada descenso hacia la materia más densa, es para el lo que para el músico el ponerse unos guantes. Cada paso hacia abajo limita su poder de expresión hasta que se acostumbra a esas limitaciones y encuentra su foco, así como el ojo encuentra su foco después de entrar en un luminoso día de verano, en una casa oscura. La pupila del ojo se contrae hasta su límite bajo el brillo del Sol, y al entrar en la casa no ve nada; pero conforme la pupila se ensancha y admite más luz, el hombre puede ver también como a la luz meridiana.
  El objeto perseguido con la evolución del hombre aquí es capacitarlo para encontrar su foco en el Mundo Físico, donde actualmente la luz de la sabiduría parece oscurecida. Pero cuando a su debido tiempo hayamos "encontrado la luz", la sabiduría del hombre brillará fuertemente en sus acciones y sobrepasará a la sabiduría expresada por el espíritu-grupo del animal. Además debe hacerse una distinción entre el espíritu- grupo y los espíritus virginales de la oleada de vida que actualmente se expresan como animales. El espíritu-grupo pertenece a una evolución diferente, y es el guardián de los espíritus animales.
  El cuerpo denso en el que funcionamos está compuesto de numerosas células, teniendo cada una su conciencia celular separada, aunque de orden inferior. Mientras estas células forman parte de nuestro cuerpo, están sujetas y dominadas por nuestra conciencia. Un espíritu- grupo animal funciona en un cuerpo espiritual, que es su vehículo inferior. Ese vehículo consiste en un número variable de espíritus virginales imbuidos durante ese tiempo con la conciencia del espíritu-grupo. Este último dirige los vehículos construidos por los espíritus virginales a su cargo, cuidándolos y ayudándolos a desarrollar sus cuerpos. Conforme aquellos evolucionan, el espíritu-grupo también evoluciona, sufriendo una serie de metamorfosis, de manera parecida al modo en el cual nosotros adquirimos experiencia introduciendo en nuestros cuerpos las células del alimento que comemos, y elevando, por consiguiente, su conciencia al envolverlas con la nuestra por el momento.
  Así que mientras que un Ego separado y consciente de sí mismo se encuentra dentro de cada ser humano y dirige las acciones de su vehículo particular, el espíritu del animal separado no está aún individualizado ni consciente de sí, sino que forma parte del vehículo de una entidad consciente de sí, perteneciente a otra evolución distinta: el espíritu-grupo.
  Este espíritu-grupo dirige las acciones de los animales de acuerdo con la ley cósmica, hasta que los espíritus puros o virginales a su cargo hayan adquirido conciencia de sí y se conviertan en seres humanos. Entonces empezarán a manifestar gradualmente voluntad propia, libertándose más y más del espíritu-grupo y haciéndose responsables de sus propios actos. El espíritu-grupo los influirá, sin embargo, aunque en grado decreciente, como espíritu de raza, de tribu, de comunidad o de familia, hasta que cada individuo sea capaz de obrar en plena armonía con la ley cósmica. Hasta entonces no se libertará e independizará el Ego por completo del espíritu-grupo, quien entonces entrará en una fase superior de evolución.
  La situación del espíritu-grupo en el Mundo del Deseo da al animal una conciencia diferente de la del hombre, quien tiene una conciencia clara y definida en estado de vigilia. El hombre ve las cosas fuera de sí mismo, nítida y distintamente. Debido al sendero en espiral de la evolución, los animales domésticos superiores, especialmente el perro, el caballo, el gato y el elefante, ven los objetos en una forma un tanto diferente o, por lo menos, no tan definidos. Todos los otros animales tienen una "conciencia pictórica" interna , parecida al estado de ensueño del hombre. Cuando uno de esos animales se pone frente a un objeto, percibe inmediatamente dentro de sí una imagen, acompañada de una fuerte impresión de si el objeto es maléfico o benéfico para él. Si el sentimiento es de miedo, este se asocia con una sugestión del espíritu-grupo para que escape del peligro inminente. Este estado de conciencia negativo facilita al espíritu-grupo guiar los cuerpos densos de sus subordinados por medio de la sugestión, pues los animales no tienen voluntad propia.
  El hombre no puede ser manejado tan fácilmente desde afuera, sea o no con su consentimiento. Conforme progresa la evolución y la voluntad del hombre se desarrolla más y más, menos accesible se hace a la sugestión externa y se liberta y obra a su gusto sin tener en cuenta la sugestión de los demás. esta es la diferencia capital entre el hombre y los otros reinos. Estos obran de acuerdo con la ley y con los dictados del espíritu-grupo, que llamamos instinto, mientras que e hombre se está convirtiendo cada vez más en una ley en sí mismo. No preguntamos al animal si se cristalizará o no, ni a la flor si se abrirá o no, ni al león si cesará o no de devorar. Todos ellos están, así en lo grande como en lo pequeño, bajo la sugestión y bajo el dominio absoluto del espíritu-grupo, sin la iniciativa ni la libre voluntad que en algún grado posee todo ser humano. Todos los animales de la misma especie tienen igual aspecto, porque emanan del mismo espíritu-grupo, mientras que entre los quince centenares de millares de hombres que pueblan la Tierra ni dos parecen exactamente iguales, ni siquiera cuando son adolescentes, porque el sello que pone sobre cada uno su Ego individual interno produce la diferencia tanto en la apariencia como en carácter.
  Todos los bueyes pastan la hierba y todos los leones comen carne, mientras "que lo que es alimento para un hombre es veneno para otro", lo que es una ilustración de la absoluta influencia del espíritu-grupo que contrasta con el Ego que hace que cada ser humano necesite una porción de alimento diferente de la que precisa otro. Los médicos notan la misma peculiaridad al administrar medicinas. Estas actúan diferentemente sobre cada individuo, mientras que la misma medicina produce siempre efectos idénticos en dos animales de la misma especie debido a que todos los animales de la misma especie siguen los dictados del mismo espíritu-grupo y de la Ley Cósmica, y obran siempre similarmente bajo circunstancias idénticas. Únicamente el hombre puede, en cierto grado, seguir sus propios deseos dentro de los límites determinados. El que sus errores sean muchos y graves es cierto, y por ello a muchos les parecería mejor que se viera obligado a seguir el camino recto, pero si así fuera no aprendería nunca la rectitud. Las lecciones de discernimiento entre el bien y el mal no pueden aprenderse a menos que haya elección libre para escoger el camino propio, y así se aprende a rechazar el error como una verdadera fuente de dolores. Si obrara con rectitud debido a no tener elección y no tuviera oportunidad de obrar de otra manera, sería un autómata y no un Dios evolucionante.
  Así como el constructor aprende por sus errores y los corrige en sus futuras construcciones, así también el hombre por medio de sus faltas y por el dolor que ellas le producen, alcanza una sabiduría superior a la del animal, por que él es consciente de sí, mientras que el último actúa bajo el impulso del espíritu-grupo. A su debido tiempo el animal se convertirá en hombre, tendrá libertad de elección y cometerá errores, aprendiendo de ellos tal como a nosotros nos sucede actualmente.
  El diagrama 4 muestra que el espíritu-grupo del reino vegetal tiene su vehículo inferior en la Región del Pensamiento Concreto. Está dos grados más allá de su vehículo denso y, por lo tanto, las plantas tienen una conciencia que corresponde a un sueño sin ensueños. El espíritu-grupo del mineral tiene su vehículo inferior en la Región del Pensamiento Abstracto y está, por lo tanto, tres grados más allá de su cuerpo denso; en consecuencia, se encuentra en un estado de conciencia oscura, parecida a la conciencia de "trance".
  Hemos mostrado, pues, que el hombre es un espíritu individual interno, un Ego separado de toda otra entidad, dirigiendo y trabajando cierto número de vehículos desde adentro y que los vegetales y animales son dirigidos desde afuera por un espíritu-grupo que tiene jurisdicción sobre cierto número de animales o vegetales en nuestro Mundo Físico. Están "separados" únicamente en apariencia.
  Las relaciones de las plantas, de los animales y del hombre con las corrientes de vida en la atmósfera terrestre se representan simbólicamente por una cruz. El Reino Mineral no está representado porque, según hemos visto, no posee cuerpo vital individual y, por lo tanto, no puede ser el vehículo de corrientes que pertenecen a los reinos superiores. Platón, que era un Iniciado, emitió a menudo verdades ocultas. Y decía: "El Alma del Mundo está crucificada".
  El madero inferior de la cruz indica a la planta con sus raíces, en la Tierra química, mineral. Los espíritus-grupo de las plantas están en el centro de la Tierra. Están , debemos recordarlo, en la Región del Pensamiento Concreto, que interpenetra la Tierra como la interpenetran los otros mundos. De estos espíritus-grupos fluyen corrientes en todas direcciones hacia la periferia de la Tierra, pasando hacia afuera a lo largo de las plantas o de los árboles.
  La parte superior de la cruz representa al hombre: Es una planta invertida. La planta saca su alimento de las raíces. El hombre lo toma por su cabeza. La planta dirige sus órganos de generación hacia el Sol. El hombre, la planta invertida, vuelve los suyos hacia el centro de la Tierra. La planta es sostenida por las corrientes espirituales del espíritu-grupo que se encuentra en el centro de la Tierra y que penetran en aquella a través de sus raíces. Más tarde mostraremos que la influencia espiritual más elevada le llega al hombre del Sol, el que envía sus rayos a través del hombre, la planta invertida, desde la cabeza hacia abajo. La planta inhala el venenoso dióxido de carbono exhalado por el hombre, y exhala, en cambio, el oxígeno vivificante empleado por aquel.
  El animal, que está simbolizado por el madero horizontal de la cruz, está entre la planta y el hombre. Su espina dorsal es horizontal y a través de ella pasan las corrientes del espíritu-grupo que circulan en torno de la Tierra.
  Ningún animal puede permanecer constantemente en posición recta vertical, porque en ese caso las corrientes del espíritu-grupo no pueden guiarlo, y si no estuviera suficientemente individualizado como para soportar las corrientes espirituales que penetran a través de la médula espinal humana, moriría. Es necesario que el vehículo para la expresión de un Ego individual posea tres cosas: marcha en posición vertical, a fin de que pueda ponerse en contacto con las corrientes mencionadas; laringe vertical, porque únicamente tal laringe es capaz de hablar (los loros y estorninos son ejemplos del efecto de laringe vertical); y debido a las corrientes solares, debe tener sangre caliente. Esto último es de la mayor importancia para el Ego y será explicado más tarde. Estos requisitos se mencionan aquí simplemente como punto final sobre los cuatro reinos en sus relaciones con los diversos Mundos entre sí. 


Max Heindel.

 

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