CAPITULO XV.- KETHER, EL PRIMER SEPHIRAH
TITULO : Kether, la Corona, (Hebreo : Beth, Yod, Num, Hé)
IMAGEN
MÁGICA : Un viejo Rey antiguo, visto de perfil.
SITUACIÓN
EN EL ÁRBOL : A la cabeza del Pilar del Equilibrio, en el Triángulo Supremo.
TEXTO
YETZIRATICO : El Primer Sendero es el llamado Admirable o de la Inteligencia
Oculta, porque es la luz que da el poder de comprensión, del Primer Principio,
que no tiene comienzo; y es la Gloria Primordial, porque ningún ser creado
puede alcanzar su esencia.
TÍTULOS
DADOS A KETHER : Existencia de existencias. El Secreto de los secretos. El
Antiguo de los antiguos. El Antiguo de los Días. El Punto Primordial. El Punto
dentro del Circulo. El Altísimo. El Rostro Inmenso. La Cabeza Blanca. La Cabeza
que no es. Macroposopos. Amén. Lux Oculta. Lux Interna. El.
NOMBRE
DIVINO : Eheieh
ARCÁNGEL
: Metraton
ORDEN
ANGÉLICO : Santos Seres Vivientes. Kjaioth ja Kadesh.
CHAKRA
MUNDANO : Rashith ha Gilgalim. Primum Móbile. Primeros estremecimientos.
EXPERIENCIA
ESPIRITUAL : Unión con Dios
VIRTUD
: Realización.
VICIO:
--------
CORRESPONDENCIA
EN EL MACROCOSMOS: El Cráneo. El Sha Yechidah. La Chispa Divina. El Loto de Mil
Pétalos.
SÍMBOLOS
: La Corona. La Svástika.
CARTAS
DEL TAROT : Los Cuatros Ases.
As
de Bastos : La Raíz de los Poderes del Fuego.
As
de Copas : La Raíz de los Poderes del Agua.
As
de Espadas: La Raíz de los Poderes del Aire.
As
de Oros : La Raíz de los Poderes de la Tierra.
COLOR
EN ATZILUTH : Brillantez
"
BRIAH : Brillantez blanca Purísima
"
YETZIRAH : Brillantez blanca Purísima
"
ASSIAH : Blanco, moteado de Oro.
Kether,
la Corona, está colocada a la Cabeza del Pilar del Medio, el Equilibrio; y más
allá de El están los Velos Negativos de la Existencia. Ya hemos escrito algo
con respecto al uso de estos Velos Negativos como fondo para el Pensamiento, de
manera que no haremos repeticiones inútiles sobre este punto, aunque sí
recordaremos al lector que Kether, Primer Manifestado, representa la
cristalización primaria de la manifestación, de aquello que antes era inmanifiesto,
y por lo tanto, incognoscible para nosotros. Respecto a la raíz de la que surge
Kether no sabemos nada pero sí podemos saber algo respecto a Kether mismo. En
nuestro actual estado de desenvolvimiento podrá ser para nosotros el Gran
Desconocido, pero no es el Gran Incognoscible. La mente del mago puede
abarcarlo en sus visiones más elevadas. Según nuestro propia experiencia, en la
operación conocida como ascenso a través de los planos, que consiste en elevar
la conciencia por el Pilar del Medio, mediante la concentración sobre los
sucesivos símbolos y los Senderos, en ocasión en que logramos alcanzar sus
fronteras, Kether se nos apareció como una Luz blanca enceguecedora, en la cual
quedó aniquilado todo pensamiento.
En
Kether no hay forma, sino ser puro. Podríamos decir que es una latencia sólo un
grado más acá de la no existencia. Estos conceptos tienen que ser
necesariamente vagos y no estamos capacitamos para darle la nitidez que
debieran tener, pero es suficientemente que reconozcamos grados de devenir, y
que la cruda diferenciación y el Ser y el No Ser no representan los hechos. Con
la existencia manifestada aparecen los pares opuestos; pero en Kether mismo no
hay semejante división, manifestándose recién cuando se produce la emanación de
Chokmah y Binah.
Por
consiguiente, Kether es uno, y existía antes de que hubiera ningún reflejo de
sí mismo para servirle de imagen en la conciencia y establecer así una
polaridad. Debemos creer que trasciende todas las leyes conocidas de la
manifestaciones al existir por sí solo sin reacción alguna. Cuando hablamos de
Kether debemos recordar que no queremos significar una persona sino un estado
de existencia; y ese estado de substancia existente debe haber sido
completamente inerte, un puro ser hasta que comenzó la actividad cuya enamación
fue Chokmah.
En
la mente humana, que no conoce ningún otro modo de existencia que el de la
forma y de la actividad, tiene la mayor dificultad en lograr un concepto
adecuado de un estado absolutamente informe, de pasividad, que, sin embargo, es
muy distinto del no‑ser. No obstante, hay que hacer el esfuerzo si queremos
comprender la filosofía cósmica en sus fundamentos. No podemos poner los velos
de la Existencia Negativa ante Kether, porque nos condenaríamos a una perpetua
dualidad insoluble. Dios y el Demonio lucharán siempre en nuestro Cosmos, y su
conflicto no tendrá fin. Debemos acostumbrar la mente a que conciba un estado
que sea puramente existencia, sin atributos ni actividades. Podemos pensar en
que es una Luz Blanca, enceguecedora, sin diferenciarse en los múltiples rayos
del prisma de la forma. O podemos pensar en la obscuridad del espacio
interestelar en que no hay nada, y que, sin embargo, es la potencialidad de
todas las cosas. Estos símbolos, en los que puede reposar el ojo interior,
ayudan mucho a comprender a Kether, mucho más que todas las definiciones
filosóficas que pueden hacerse. No podemos definir a Kether: sólo podemos
referirnos a su existencia.
Encierra
continuas sorpresas y aclara muchos conceptos el descubrimiento de los
extraordinarios significados que contiene la tabla de correspondencias y la
manera en que van guiando la mente de un concepto a otro. El Primer Sephirah se
llama la Corona, no la Cabeza. Ahora bien, la Corona es algo que se pone sobre
la cabeza, lo que indica que Kether es de nuestro Cosmos, pero no está en él.
También encontramos su correspondencia microcósmica en el Loto de Mil Pétalos,
el chakra Sahasrara (Sajasrara), que se encuentra en el aura, inmediatamente
por encima de la cabeza. Esto nos enseña claramente que la esencia espiritual
más interna que todas las cosas, sea en el ser humano o en el mundo, no está
nunca en plena manifestación, sino que permanece en su centro formando la raíz
de donde brotan todas las cosas, y perteneciendo, en realidad, a una dimensión
distinta, a un orden de cosas diferentes. Este concepto de diferentes tipos de
existencia es fundamental para la Filosofía Esotérica y hay que tenerlo siempre
presente al considerar los reinos invisibles del mago u ocultismo práctico.
En
la Filosofía Vedanta, Kether equivaldría, indudablemente, a Parabrahman,
Chokmah a Brahma y Binah a Mulaprakriti. En los demás grandes sistemas del
pensamiento humano, Kether equivale al concepto Primario de Padre de todos los
Dioses. Si gracias a Ellos surgió el Universo en el espacio, entonces Kether es
Dios del Cielo. Si surgió del Agua entonces Kether es el Océano Primordial. En
relación con Kether encontramos siempre el sentido de lo amorfo e infinito. Los
Dioses de Kether son terribles y son los que devoran a sus propios hijos,
porque Kether, aunque es el Padre de todos, reabsorbe el Universo en sí mismo
al final de cada época de la Evolución.
Kether
es el Abismo de donde todo ha surgido y al cual volverá al final de su época.
Por lo tanto, en todos los mitos exotéricos relacionados con Kether,
encontramos implícito la idea de no existencia. Sin embargo, esotéricamente
comprendemos que ese concepto es erróneo. Kether es la forma de existencia más
intensa, puro ser, no limitada ni por la forma ni por la acción, pero es una
existencia de otra clase a la que estamos habituados, y por tanto nos parece no
existencia, ya que no se conforma a ninguno de los requisitos que estamos
acostumbrados a pensar como determinadores de la existencia. Este concepto de
otros modos de existencia está implícito en nuestra filosofía y hay que tenerlo
siempre bien presente, porque es la clave de Kether, el cual, a su vez, es la
clave del Árbol de la Vida.
El
texto yetzirático descriptivo de Kether, como todos los dichos del Sepher
Yetzirah, es oculto. Llama a Kether "La Inteligencia Oculta",
denominación que confirma los demás títulos dados a Kether en la literatura
cabalística. Es el Arcano de los Arcanos, la Altura inescrutable, la Cabeza que
no es. Aquí encontramos la confirmación de la idea de que la Corona está por
encima de la Cabeza del Hombre Celestial Adam Kadmon y que el ser puro está
tras toda manifestación y no es absorbido por ella, sino que él emite y
proyecta de sí. De la misma manera que nosotros nos expresamos en obra, así
también Kether se expresa en la manifestación. Pero tal como las obras del ser
humano no constituyen su personalidad, sino que son la expresión de su
actividad natural, igualmente ocurre con Kether: su existencia no está
manifestada, pero es la causa de la manifestación.
II
Hasta
esta hemos considerado a Kether en Atziluth, esto es su esencia primaria;
ahora, en cambio, debemos considerar a Kether tal como aparece en los otros
tres reinos que determinan los cabalistas.
Cada
reino o plano de manifestación tiene su forma primaria. Por ejemplo, la materia
con toda propiedad es primariamente eléctrica, cosa que es expresada por los
esoteristas con el subplano etérico que está tras los cuatro planos
elementales: Tierra, Aire, Fuego y Agua. En otras palabras, los cuatro estados
de la materia densa: sólido, líquido, gaseoso y etérico.
Los
cabalistas piensan que el Árbol existe en cada uno de los cuatro reinos:
Atziluth, Espíritu Puro; Briah la Mente Arquetípica; Yetzirah, la Conciencia
imaginativa astral, y Assiah, el Mundo Material, incluyendo sus aspectos denso
y sutil. Las operaciones de las fuerzas de cada Sephirah se representan en cada
mundo bajo la presidencia de un nombre Divino o Palabra de poder y estas
palabras dan las claves de las operaciones del ocultismo práctico en los
distintos planos. El nombre Divino representa la acción de Sephirah en el mundo
de Atziluth espíritu puro. Cuando el ocultista invoca las fuerzas de un
Sephirah, por medio del Nombre Divino, es que desea ponerse en contacto con su
esencia más abstracta, que está buscando el principio espiritual que anima ese
modo de manifestación particular. Es una máxima del ocultismo blanco que toda
operación debe comenzar con la Invocación del Nombre Divino de la Esfera en que
se va a hacerse la operación, lo que asegura que la operación misma estará en
armonía con las leyes cósmicas. No hay que descuidar absolutamente el
equilibrio de las fuerzas naturales; ya que es esencial para la seguridad del
mago conducir sus operaciones de acuerdo con dichas leyes y, por tanto, tiene
que comprender los principios espirituales implícitos en cada problema para
obrar acordemente. De consiguiente, toda operación debe tener su unificación o
resolución final en Eheieh, nombre Divino de Kether en Atziluth.
La
fórmula de toda invocación de divinidad reside en el nombre de Eheieh, esto es,
la afirmación del ser puro, Eterno e Inmutable, sin atributos o actividades,
que todo lo sustenta y mantiene. Sólo cuando la mente está impregnada con la
realización de este Ser Infinito e Inmutable, con intensa concentración puede
lograr la realización del Poder ilimitado. Toda energía que se derive de
cualquier otra fuente es limitada y parcial; únicamente en Kether se encuentra
la fuente pura de toda energía. Las operaciones del mago que tratan de
concentrar la energía y todas las operaciones que tengan ese objetivo deben
comenzar con Kether, porque allí se encuentra la fuerza surgente del Gran
Inmanifestado oculto tras los Velos de la Existencia Negativa, de donde procede
todo poder.
Si
extraemos poder de cualquier esfera especializada de la naturaleza es como si
estuviéramos robando a uno para dar a otro; ese poder ha venido de alguna parte
para ir a otra. De manera que ha de ser liquidado al final. He aquí la razón
por la que se dice que el mago paga con sufrimiento lo que obtiene por medio de
su arte. Esto es verdad si sus operaciones se realizan en cualquiera de la
esferas inferiores de la naturaleza. Mas si se inician en Kether de Atziluth,
entonces toman fuerzas no manifestadas y las pone en manifestación, con lo que
aumenta los recursos del universo, y siempre que pueda mantener las fuerzas en
equilibrio no se producirá ninguna reacción exterior ni compensación por medio
de sufrimiento a causa de sus poderes mágicos.
Este
punto es de grandísima importancia práctica, porque a los estudiantes se le ha
enseñado que los Tres Supremos, Kether, Chokmah y Binah, están fuera del
alcance de toda obra práctica, mientras estamos encarnados. En verdad, se
hallan fuera del alcance de la mera conciencia cerebral, pero son la base
esencial de todos los cálculos mágicos, y si no operamos con dicha base no
tenemos realmente una fundación cósmica, sino que nos ponemos entre el Cielo y
la Tierra y no encontraremos lugar alguno de reposo ni de seguridad, teniendo
que mantener continuamente la tensión mágica que sostiene vivas las formas
astrales.
La
gran diferencia entre la Ciencia Cristiana y sus formas más vulgares de Nuevo
Pensamiento y Autosugestión es que aquélla comienza todas sus operaciones con
la Vida Divina, y por más irracionales que sean sus tentativas para crear un
sistema de filosofía, sus métodos son empíricamente sanos. El ocultista, y
especialmente el que practica la magia ceremonial, si no ha sido debidamente instruido
en esta disciplina, suele comenzar sus operaciones sin vincularlas con las
leyes cósmicas o los principios espirituales. Por consiguiente, las imágenes
astrales que forma, son como cuerpos extraños dentro del organismo del Hombre
Celestial o Macrocosmos, y entonces todas las fuerzas de la Naturaleza se
dirigen espontáneamente a eliminar esa substancia extraña, para restablecer el
equilibrio normal de las tensiones. La Naturaleza lucha contra el mago con uñas
y dientes y, por lo tanto, todo aquel que ha recurrido a la magia no consagrada
no puede deponer jamás la espada, sino que tiene que estar continuamente a la
defensiva para conservar lo que haya adquirido. Pero el Adepto que inicia su
obra en el Kether de Atziluth, es decir, en el principio espiritual, y opera de
arriba abajo para irlo expresando en los distintos planos de la forma, emplea
un poder extraído de lo Inmanifestado con ese objeto; ha hecho de su operación
una parte intrínseca de los procesos cósmicos y entonces la Naturaleza trabaja
con él, en vez de contra él.
No
podemos esperar entender la Naturaleza de Kether en Atziluth, pero sí podemos
abrir nuestra conciencia a su influencia, y ésta es sumamente poderosa y nos da
una extraña sensación de Eternidad y de Inmortalidad. Podemos saber cuánto ha
sido efectiva la invocación de Eheieh en su purísima efulgencia nívea, porque
nos encontraremos realizando nosotros mismos la completa convicción de nuestra
impermanencia e insignificancia en los planos de la forma y la suprema
importancia de la Vida Única que lo condiciona todo como la arcilla en las
manos del alfarero.
La
meditación sobre Kether nos proporciona una realización intuitiva de que el
resultado de una operación no importa en lo más mínimo, "Que el sucio
juegue con las cosas sucias si le agrada lo sucio". Una vez que hemos
logrado esa realización adquirimos el dominio sobre las imágenes astrales y
podemos hacer con ellas lo que nos plazca. Sólo cuando el operador pierde todo
interés personal en el resultado de la operación en el plano físico es cuando
adquiere este completo dominio sobre las imágenes astrales. Sólo le interesa el
manejo de las fuerzas y el ponerlas en manifestación por medio de la forma pero
no se preocupa por la forma que dichas fuerzas puedan asumir ultérrimamente; eso
queda librado a ellas mismas, porque seguramente asumirán la forma que esté en
consonancia con su naturaleza, respondiendo así perfectamente a las leyes
cósmicas, mientras que probablemente no ocurrirá así si el operador quisiera
ajustarlas a un modelo determinado, de acuerdo con sus limitados conocimientos.
Esta es la verdadera clave de todas las operaciones, mágicas, y su única
justificación, porque no debemos alterar el Universo para ajustarlo a nuestras
conveniencias personales. Sólo tenemos justificación cuando trabajamos
deliberadamente con la gran marea de la vida evolucionante, con objeto de
llegar a la plenitud de esa misma vida, sea cual fuere la experiencia que
resulte de esa manifestación. "Yo he venido para que tengáis más vida y
que la tengáis más abundante, dijo el Señor. Y ésa debe ser la regla del Mago.
La vida, y sólo la Vida, debe ser su palabra de poder, y no las manifestaciones
especializadas de la misma como Sabiduría, Poder o Amor.
Los
que han seguido atentamente estas páginas, punto por punto, estarán en
condiciones ahora de vislumbrar algún significado en las críticas palabras del
texto Yetzirático atribuido a Kether. Las palabras "Inteligencia
Oculta" sugieren la naturaleza inmanifestada de la existencia de Kether,
lo que es confirmado con el aserto de que "ningún ser creado puede
alcanzar su esencia”, esto es, ningún ser que utilice como vehículo de
conciencia cualquier organismo de los planos de la forma. Sin embargo, cuando
la conciencia ha sido exaltada hasta el punto en que puede trascender el
pensamiento, recibe de la "Gloria Primordial" el poder de comprender
el "Primer Principio", o, en otras palabras "Entonces
comprenderemos de la misma manera que somos comprendidos".
III
Eheieh,
Yo Soy el que Soy, ser puro, es el Nombre Divino de Kether, y su imagen mágica
es la de un antiguo rey, con barba, visto de perfil. El Zohar dice de este
antiguo rey barbudo que es todo lado derecho. Nunca vemos toda la imagen mágica
de Kether, su plena faz completa, sino sólo parcialmente. Hay un aspecto que
debe siempre quedar oculto, como el lado oculto de la Luna. Este lado de Kether
‑es el lado que está hacia lo Inmanifestado y que la naturaleza misma de
nuestra conciencia manifestada‑ nos impide comprender, debiendo quedar siempre
como un libro sellado para nosotros. Pero aceptando esta limitación podemos
contemplar el aspecto de Kether, el perfil del antiguo rey con barba que se nos
presente, reflejado hacia abajo, hacia la forma.
Antiguo
y anciano es este rey, el Anciano de los Ancianos, el Anciano de los Días,
porque El era desde el principio, cuando el rostro no contemplaba rostro
alguno. Es un rey, porque rige todas las cosas de acuerdo con su voluntad
suprema e indisputada. En otras palabras, la naturaleza de Kether es la que
condiciona todas las cosas, porque todas las cosas han surgido de El. Tiene
barba, porque, de acuerdo con el curiosísimo simbolismo de los rabbis cada pelo
de su barba tiene un significado.
La
manifestación de las fuerzas de Kether en Briah, el Mundo de la Mente
Arquetípica, se dice que se efectúa por medio del Arcángel Metatron, el
Príncipe de las Faces, a quien la tradición le adjudica el papel de instructor
de Moisés. El Sepher Yetzirah dice del Décimo Sendero, Malkuth, que "hace
que una influencia fluya del Príncipe de las Faces, el Arcángel de Kether,
siendo la fuente de iluminación de todas las luces del Universo". Así,
pues, vemos claramente que no solamente el espíritu fluye hacia la
manifestación externa en la materia, sino que la materia misma, con su propia energía,
atrae el espíritu a la manifestación, punto importantísimo para todo aquel que
practica la magia, porque le enseña que está justificado en sus operaciones y
que no es necesario que el ser humano espere las palabra del SEÑOR, sino que
puede invocarlo para que El le escuche.
Los
Ángeles de Kether, que operan en el mundo Yetzirático, son las Kjaioth‑ja‑Kadesh,
las Santas Criaturas Vivas y su nombre lleva la mente a la visión del Carro
Flamígero de Ezekiel y las Cuatro Santas Criaturas ante el Trono. El hecho de
que los cuatro Ases del Tarot, asignados a Kether, sean considerados como la
representación de los cuatro elementos, Tierra, Aire, Fuego y Agua, confirma
igualmente esta asociación. Podemos, pues, considerar a Kether como la fuente
primaria de los elementos. Este concepto aclara muchas dificultades metafísicas
y ocultas que se presentarían si limitáramos su operación al Mundo Astral y
consideráramos a los elementales apenas algo mejor que diablos, como parecen
hacerlo ciertas escuelas de pensamiento trascendental.
Toda
la cuestión de los Ángeles, archons y elementales es a la vez muy importante y
difícil, porque sus aplicaciones prácticas en la magia son inmediatas. El
pensamiento cristiano puede tolerar con cierto esfuerzo la idea de los
arcángeles, pero los espíritus auxiliares, los mensajeros que son llamas del
fuego y los constructores divinos son por completo extraños a su teología. Sólo
Dios, y en un instante, hizo los cielos y la tierra. El Gran Arquitecto del
Universo es al mismo tiempo el albañil. La Ciencia Esotérica piensa muy
diferentemente; el iniciado conoce las legiones de seres espirituales que son
agentes de la Voluntad Divina y vehículos de su actividad creadora. Es por
intermedio de todos ellos y por gracia del Arcángel dirigente, que obra Dios.
Pero no se puede conjurar a ningún Arcángel mediante encanto alguno, por
potente que sea. Más bien deberíamos decir que cuando estamos efectuando una
operación en la Esfera de un Sephirah particular, el Arcángel opera a través
nuestro para realizar Su misión . El arte del mago, por lo tanto, consiste en
alinearse con la Fuerza Cósmica para que la operación que desea llevar a cabo
se produzca como parte integrante de la operación de las actividades cósmicas.
Si se ha purificado y dedicado sinceramente, así ocurrirá con todos sus deseos;
y si no lo está, no es un adepto y su palabra no es un Verbo del Poder.
Es
interesante notar que en el Mundo de Assiah, el título de la Esfera de Kether
es: "Rashith ha Gigalim", o primeros remolinos, evidenciándose así
que los rabinos conocían la teoría nebular antes de que la ciencia la
descubriera por medio del telescopio. La forma en que los antiguos dedujeron
los hechos básicos por medios puramente intuitivos y empleando el sistema de
las correspondencias, muchos siglos antes de la invención y perfeccionamiento
de los instrumentos de precisión que permitieron al hombre moderno hacer
iguales descubrimientos por otros medios, es una cuestión que tiene que dejar
perplejo a todo aquel que estudie la filosofía sin fanatismo.
Como
arriba es abajo. El microcosmos corresponde al macrocosmos, y, por tanto,
tenemos que buscar a Kether en el ser humano, sobre la cabeza que resplandece
en una luminosidad blanquísima en Adam Kadmon, el Hombre Celestial. Los rabbis
los llamaban Yechidah, la Chispa Divina; los egipcios, Sah, y los indostanos,
Loto de Mil Pétalos. No obstante la diversidad de nombres, todos ellos
encierran la misma idea: el núcleo de Espíritu que emana, pero que no mora en
los planos de la forma, en sus múltiples manifestaciones.
Se
dice que, mientras estemos encarnados, jamás podremos elevarnos hasta la
conciencia de Kether en Atziluth, y retener intacto el vehículo físico hasta
que regresemos. Así como Enoch caminó con Dios y desapareció, así también el
ser humano que alcanzara la visión de Kether se desvanece, en lo relativo al
vehículo que se servía de encarnación. Esto se explica fácilmente, si nos damos
cuenta de que no podemos penetrar en una modalidad de conciencia si no
reproducimos esta modalidad en nosotros mismos; de igual manera que la música
nada significa ni representa si el corazón no canta al unísono con ella. De
consiguiente, si reproducimos en nosotros ese modo de ser que no tiene forma ni
actividad es evidente que nos libraremos automáticamente de toda forma y
actividad. Si logramos esa realización, aquello que mantenía la forma merced a
ese modo de conciencia, desaparece, y la forma retorna a sus elementos. Una vez
disuelta, no puede volver a formarse al retornar a la conciencia. Por tanto,
cuando aspiramos a alcanzar la visión de Kether en Atziluth, debemos estar
preparados para penetrar en la Luz y no salir nunca más de ella.
Esto
no significa que el Nirvana sea la aniquilación, como algunos de los
traductores de la Filosofía Oriental han enseñado erróneamente a los
estudiantes europeos, sino que implica un cambio completo de modo o dimensión.
Aquello que seremos cuando estemos al mismo nivel de las Santas Criaturas
Vivientes, es cosa que no sabemos, porque ninguno de los que lograron la visión
de Kether en Atziluth ha vuelto para decírnoslo. No obstante, la tradición nos
declara que hubo quienes lo lograron, y que están íntimamente interesados en la
evolución de la humanidad, siendo los prototipos de los superhombres de quienes
hablan las tradiciones de todas las razas, tradiciones que, desgraciadamente,
en los últimos años, han sido envilecidas por las enseñanzas seudo ocultas. Sea
lo que fueren estos seres, puede decirse con seguridad que no tienen forma
astral, ni personalidad humana, sino que son como llamas en el Gran Fuego que
es Dios. El estado del alma que ha alcanzado el Nirvana puede ser comparado con
el de una rueda que hubiera perdido la llanta y cuyos rayos penetran e
interpenetran toda la creación; un centro de irradiación a cuya influencia no
se le puede poner límite alguno salvo el de su propio dinamismo, y que siempre
mantiene su identidad como núcleo de energía.
La
experiencia espiritual atribuída a Kether es la unión con Dios. Este es el fin
y el objeto de toda experiencia mística, y si buscamos cualquier otro, somos
como aquellos que construyen una casa en el mundo de las ilusiones. Todo lo que
puede detener al místico en su recto camino hacia la meta, le produce la
impresión de un grillete, de una cadena que debe ser rota de inmediato. Todo
cuanto sujeta la conciencia a la forma, todos los deseos que no sean ese único
deseo, son males para él y, desde ese punto de vista, tiene sobrada razón; si
obrase de otra manera, invalidaría toda su técnica.
Esta
no es la única prueba que el místico tiene que afrontar. Se le exige que
satisfaga las exigencias de los planos de la forma ante de quedar libre para
retirarse y escapar de ellos. Existe un sendero siniestro que conduce a Kether:
el Kether de los Qliphoth, que es el Reino del Caos. Si holla prematuramente el
Sendero Místico, es allí donde irá, y no al Reino de la Luz. Para el ser humano
que se siente inclinado naturalmente al sendero místico la disciplina del
cuerpo y de la forma le repugna; y una de las tentaciones más sutiles, es abandonar
la lucha en la vida de las formas que se resiste a su dominio, y retirarse a
través de los planos antes de haber pasado por el nadir y haber aprendido allí
las lecciones que debía aprender.
La
forma es la matriz donde se encierra la conciencia fluídica hasta adquirir una
organización a prueba de toda dispersión, hasta convertirse en una núcleo
indestructible de la individualidad diferenciada, extraída del mar amorfo del
Ser puro. Si la matriz se rompe prematuramente, antes de que la conciencia
fluídica se haya formado como un sistema organizado de tensiones, estereotipado
por la repetición, la conciencia se retrae nuevamente a lo amórfico, de la
misma manera que la arcilla vuelve al barro original si se la saca
prematuramente del molde, antes de que haya tenido tiempo de fraguar. Si existe
un místico cuyo misticismo produce incapacidad mundana, o cualquier forma de
disociación de la conciencia, entonces podemos decir que el molde se ha roto
prematuramente; será necesario que vuelva a la disciplina de la forma, hasta
que haya aprendido la lección y su conciencia haya alcanzado una organización
coherente y cohesiva, que ni el Nirvana mismo pueda destruir. Que parta leña y
acarree agua para el servicio del Templo si lo desea, pero no profane el lugar
santo con sus patologías y su falta de madurez.
La
Realización es la virtud a Kether, el completamiento de la Gran Obra, para usar
un término extraído de la Alquimia. Sin completamiento no puede haber
realización, y sin ésta no hay completamiento. Las buenas intenciones pesan
poco en la escala de la justicia cósmica, pues somos reconocidos por el
completamiento de nuestra obra. Es verdad que tenemos toda la eternidad para
completarla, pero debemos hacerlo hasta el Yod final. No hay misericordia
alguna en la justicia perfecta, salvo la que nos permite probar una y otra vez.
Kether,
contemplado desde el punto de vista de la forma, es la corona del Reino del
Olvido. A menos que realicemos la naturaleza vital de la Luz Blanca Pura,
sentiremos poca tentación de luchar por esta corona que no pertenece en
absoluto a este orden de ser; y si logramos esta realización, entonces
estaremos libres de todas las limitaciones de la manifestación, y podremos
hablar a todas las formas como quien realmente tiene autoridad para hacerlo.
Cábala Mística - D. Fortune
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