Universo

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jueves, 6 de octubre de 2016

LOS CINCO SENTIDOS. DEMIAN LUCANO

LOS CINCO SENTIDOS

INTRODUCCIÓN
Los Cinco Sentidos son las ventanas que comunican a nuestro Espíritu con el mundo exterior, gracias a ellos podemos actuar y desenvolvernos dentro de la realidad corpórea. A través de dichas ventanas recibimos las impresiones del mundo que nos rodea, éstas llegan a nuestro cerebro para ser procesadas en información que nos permita pensar, ejecutar, proceder, relacionarnos con las personas y con nosotros mismos.
Muchos han sido los descubrimientos que se han conseguido en tanto al estudio del carácter psicofisiológico y neuropsicológico del homo sapiens. Primero fue la fisiología, ahora, en estas últimas décadas, el campo de la Neurociencia ha sacado a la luz muchas nuevas investigaciones sobre la estructura física de los cinco sentidos; por otro lado, la psicología cognitiva, la Gestalt, el constructivismo, la PNL (programación neurolinguística) y la filosofía de la percepción, son otras de las ramificaciones teóricas y psicoterapéuticas que han dedicado sus fundamentos epistemológicos al entendimiento de estos procesos y a la importancia que en la vida desencadenan.
Remitiendome a la estructura pedagógica de nuestra Au:.Or:., es en el segundo Gr:. de Comp:. en donde se deben estudiar pragmática y esotéricamente los cinco sentidos para así hallar correspondencia entre nuestra realidad interna y la externa, permitiéndonos pulir nuestro ser cognoscente en lo que interpretamos y discernimos del medio, extinguiendo lo falso y cultivando lo verdadero, transformándonos así en Magos conscientes de nuestra propia divinidad. La enseñanza de los cinco sentidos es una disciplina regeneradora de retrospección autoguiada que nos revela las distintas matrices del mundo invisible.

DESARROLLO
Desde la visión de la ciencia positiva, los sentidos son el mecanismo fisiológico de la percepción por donde el mundo material fenoménico es captado. El oído, la vista, el tacto, el gusto y el olfato comunican sus impresiones a través de los órganos que dan soporte sensorial al cerebro, el cual construye a través de la conciencia la experiencia de un mundo físico donde domina la forma. Los sentimientos, las emociones, la memoria, los estados anímicos, la visión del pasado y la proyección del futuro son el resultado de cómo percibimos el medio, la realidad material y antimaterial se revelan a través de los mismos, enviando la información al cerebro para ser procesada.
A lo largo de la historia de la metafísica y la epistemología, se ha discutido acerca de la pertenencia o no del sujeto a la realidad que conoce, y si ésta última es realmente la verdadera realidad, o bien ve una parte de ella o una realidad falsa, o si en realidad es él quien la construye como lo afirma el constructivismo. Platón, en la alegoría de la caverna, plantea que la especie humana es capaz de conocer solamente las sombras de la realidad, y que ésta se encuentra en el llamado Mundo de las Ideas. Immanuel Kant, en tanto, plantea que el sujeto cognoscente no conoce el noúmeno, o verdad última, sino sólo el fenómeno de ella. El positivismo mantiene al sujeto fuera de la realidad, entendiendo el conocimiento como la extracción de contenido de tal externalidad. En cambio, el constructivismo, y en especial Ernst von Glasersfeld, consideran al sujeto como generador de su propia realidad. Humberto Maturana, en tanto, relaciona esto último con la idea de autopoiesis; la capacidad del ser vivo para autogenerarse.
Al fin y al cabo, el hombre profano vive en una dimensión sujeta a los cinco sentidos y tiende a caer en el error de creer que cualquier cosa que esté más allá de esos sentidos no existe. Para el vehículo físico, cada uno de estos sentidos sólo puede palpar un espectro limitado de información del medio externo. La apertura de nuestra mente nos permite y permitirá conocer interminables vestigios de información y registros que existen enmarcados a lo largo de toda la Naturaleza.
La filosofía yóguica y el ocultismo oriental plantean que el hombre posee otros sentidos y facultades además de los que conoce la ciencia experimental. Además de los cinco sentidos del cuerpo físico, tiene el hombre cinco sentidos astrales (contraparte de los anteriores), que actúan en el Reino Astral, y por cuyo medio puede oír, ver, gustar, oler y hasta tocar sin los órganos físicos que de instrumento sirven al cuerpo. Más aún, posee un sexto sentido físico, por cuyo medio percibe los pensamientos emanados de las mentes ajenas, por distantes que estén. Entonces, hay un sentido astral correspondiente a cada órgano físico, pues son una extensión ampliada de los físicos. Todo ser humano posee sentidos astrales, pero pocos los han desarrollado de modo que puedan usarlos conscientemente. Algunos tienen a veces fugaces momentos de percepción astral, pero no son conscientes del origen de sus impresiones, pues tan sólo se dan cuenta de que “algo penetra en su mente”, y con frecuencia desechan la impresión, considerándola ilusoria. Quienes despiertan a la percepción astral suelen ser al principio tan torpes como los niños cuando los sentidos físicos comienzan a recibir y transmitir las primeras impresiones. Es por ello que el Comp:. Mas:. debe en el presente Gr:. meditar, contemplar y practicar las potencialidades divinales internas que posee, si bien debe empezar a practicar su clarividencia como un niño jugando a conocer el mundo, es el tiempo y la práctica las que convierten al neófito en un Maestro de sí mismo.

“Tú, conoce al ser individual (ātman) como el dueño del carro, y al cuerpo ciertamente como el carro. Conoce al intelecto (buddhi) como el auriga, y a la mente (manas) ciertamente como las riendas. Los sentidos, dicen, son los caballos, y los objetos de los sentidos son los caminos”. Katha Upanishad (3.3-4)

Esta cita del Katha Upanishad, el tercero de los 108 Upanishads del canon Muktika, nos describe claramente el significado de nuestro tema: El carro es nuestro cuerpo material que se mueve en el mundo llevado por los sentidos, estos últimos, a su vez, van detrás de los objetos sensoriales que despiertan el interés de la mente, la cual debe controlar los corceles dándoles rienda suelta o frenándolos. Debido a que la mente es, por naturaleza, inquieta y cambiante, se necesita de un auriga o cochero que aplique el discernimiento sobre la mente y el carro, este discernimiento es característica básica del intelecto o la inteligencia, ambas traducciones admisibles de la palabra sánscrita buddhi. Por alguna razón, esta analogía del carro está ligada al Bhagavad Gītā, en donde no hay mejor ejemplo de inteligencia/intelecto que el Señor Krishna como auriga.

LOS CINCO SENTIDOS

EL OÍDO o el sentido de la audición: El oído conforma los órganos de equilibrio y audición. También se le denomina órgano vestibulococlear dentro del estudio de la medicina. Es un órgano que se encuentra muy desarrollado, principalmente en mamíferos inferiores terrestres y acuáticos, tal es el caso de los félidos y los grandes cetáceos en donde, gracias a evolución fisioanatómica, se han hiperdesarrollado mecanorreceptocitos especializados en destacar el sentido de equilibrio y audición en perfecta armonía. En el caso del ser humano, esta evolución no está tan desarrollada.
Desde la perspectiva evolutiva, es el más nuevo de todos nuestros sentidos, se ha venido desarrollando desde hace 200.000 años y ha permitido la maravillosa creación del lenguaje hablado y existen pruebas de que todavía está evolucionando. 
El oído es el sentido social por excelencia, por lo que desde el punto de vista espiritual representa la voz de la conciencia, que nos permite oír los gritos de remordimiento y el estrépito de la risa de la felicidad, por lo que el oído está asociado Mas:. a nuestra vida moral.
El oído nos comunica el lenguaje de los sonidos y nos permite captar la armonía de las esferas pitagóricas. La expresión griega “harmonia tou kosmou” se traduce como «armonía del cosmos» o «música universal»; la palabra armonía se entiende aquí por las buenas proporciones entre las partes y el todo, en un sentido matemático pero también «esotérico», según el misticismo pitagórico.
El Maitri Upanishad (VI, 22-23) plantea que existen dos formas de contemplación de Brahman: con sonido y en silencio. Mediante el sonido llegamos al silencio. El sonido de Brahman es OM. Con OM llegamos al final, al silencio de Brahman. Es un silencio gozoso. El final es inmortalidad, unión y paz.
A fin de alcanzar lo más alto, se observa el sonido y el silencio de Brahman en adoración. Pues se ha dicho: “Dios es sonido y silencio. Su nombre es OM. Busca, pues, alcanzar la contemplación, la contemplación silenciosa en Él”. (6.23)
Así como el fuego tras arder halla la paz en su lugar de reposo, cuando los pensamientos se tornan en silencio, el alma encuentra la paz en su propia fuente.
Al igual que una araña alcanza la libertad del espacio por su propia tela, el hombre de concentración alcanza la libertad por medio de OM. Es el final del viaje donde el temor y el pesar no tienen cabida: estable, inmóvil, no decae, es sempiterno e inmortal, lo llaman el Vishnu omnipresente.
    Por otro lado, la clariaudiencia es la audición en el plano astral por medio del oído astral. La audición astral capacita al Mago para recibir vibraciones astrales desde distancias enormes y después de transcurrido largo tiempo.
En el cántico de Mantrams existen dos formas de meditación, el observar cada palabra dentro de un Templo Mental consagrado a dichos fines o escuchar detenidamente la vibración de cada letra para así inundarnos de la esencia divina. Paramahansa Yogananda promueve la concentración en el oído derecho durante la meditación, ya que éste es un portal multidimensional, “escuchas con tu oído derecho la voz interior”, lo que se escucha dentro del oído es la palabra de Dios que sale del corazón y que se escucha en la mente dentro de la cabeza, en el oído.

LA VISTA o el sentido de la visión: Es la capacidad de detectar las ondas electromagnéticas dentro de la luz visible por el ojo e interpretar por el cerebro la imagen como vista. La vista es el sentido que nos permite percibir la forma y el color de los objetos a distancia, está asegurado por un órgano receptor, el ojo; una membrana y la retina, estos reciben las impresiones luminosas y las transmiten al cerebro por las vías ópticas. El ojo es un órgano par situado en la cavidad orbitaria; es movilizado por un grupo de músculos extrínsecos comandados por los nervios motores. El funcionamiento del ojo es análogo al de una cámara fotográfica, estos vendrían a ser un observatorio avanzado del cerebro que comprende el bulbo del ojo y el nervio óptico.
El ojo humano es uno de los más perfectos órganos, dado que con sus escasos milímetros de superficie puede llegar a encerrar el firmamento y las interminables estrellas de la noche. El sentido espiritual de la vista es considerado el generador de la imaginación, y sabemos que sin imaginación no habría ideal de vida, ya que una persona sin el sentido de la vista espiritual sería como un muerto.
 El espíritu se manifiesta a través de éstas ventanas logrando diferenciar la Luz Divinal de su contraparte, la oscuridad de las tinieblas, ayudando al Iniciado a discernir adecuadamente en su camino. Todas las formas de materia están emitiendo constantemente radiaciones en todas direcciones, estos rayos astrales son mucho más sutiles que los rayos luminosos ordinarios, pero se difunden de la misma manera y los percibe la visual astral, así como el ojo físico con los rayos ordinarios de luz. Los rayos luminosos astrales se propagan infinitamente y los sentidos astrales sumamente agudos y expertos de los ocultistas avanzados registran impresiones desde distancias increíbles. Estas ventanas nos muestran las diversas manifestaciones dimensionales, podemos observar el campo aúrico de todo lo viviente, la calidad de los pensamientos de las personas y los múltiples espíritus humanos y no-humanos de los Reinos suprasensibles.
 Es gracias al Ojo Interno que podemos viajar al Universo de nuestro microcosmos y encontrarnos con los distintos mecanismos que sustentan el engranaje de nuestro Ser. La visión meditativa de la chispa divina que en cada uno de nosotros habita, es posible con el Ojo interno espiritual.

EL TACTO: Es la percepción de la presión, generalmente en la piel. El sentido del tacto es aquel que permite a los organismos percibir cualidades de los objetos y medios como la presión, temperatura, aspereza o suavidad, dureza, etc. Todos los demás sentidos tienen un órgano clave que puede ser estudiado; para el tacto, ese órgano es la piel, y se extiende por todo el cuerpo. Ahí se encuentran diferentes clases de receptores nerviosos que se encargan de transformar los diferentes tipos de estímulos del exterior en información susceptible para ser interpretada por el cerebro. Los plieges tactilares sirven para detectar el calor, el frío, el dolor o cualquier otra sensación; y la sensación es una de las funciones que la conciencia utiliza para orientarse en el espacio exterior, en su ambiente, como en el espacio interior. El tacto afecta a todo el organismo, así como a la cultura en medio de la cual éste vive y a los individuos con los que se pone en contacto. Esto hace que el estudio del tacto, en muchos aspectos, sea difícil de investigar.
El tacto pertenece al sistema sensorial cuya influencia es difícil de aislar o eliminar. Un ser humano puede vivir a pesar de ser ciego, sordo y carecer de los sentidos del gusto y el olfato, pero le es difícil sobrevivir sin las funciones que desempeña la piel. Las personas que son ciegas viven a través del tacto, ven, sienten, imaginan el mundo dándole forma y sentido a través del contacto, la persona ciega es capaz de reconocer rostros y generar distintos tipos de percepción.  
El tacto es uno de los más seguros de nuestros sentidos, dado que sin él los demás caerían a menudo en el error. El sentido espiritual del tacto informa al alma la idea del Yo y del No-Yo, es decir, el conocimiento y las medidas del mundo externo, guiándonos en el camino de la alquimia para discernir los estados de la materia y su posibilidad de cambio. Sin la resistencia que el mundo físico nos opone, no podríamos distinguir nuestro propio ser de los hechos del entorno.

EL GUSTO: El gusto es el sentido que nos proporciona información sobre la naturaleza química de los alimentos. Su órgano principal es la lengua y sus receptores son las papilas gustativas. El sentido del gusto o del sabor es uno de los dos sentidos químicos del cuerpo. Se denomina habitualmente gusto a una sensación compleja provocada no solo para excitación de sus receptores específicos, sino también de los receptores del sentido químico general, táctiles y térmicos de la boca, y sobre todo de los receptores del olfato. La supresión de estos últimos disminuye considerablemente el gusto, y en forma especial la discriminación gustativa.
El gusto simboliza las sensaciones agradables o desagradables que experimentamos cuando incorporamos algo a nuestras vidas y nos satisfacemos con ello, sean ropajes, alimentos, estilos de existencia o ideas, así como la imagen que proyectamos a los demás con ese gusto. No en vano se dice que una persona dotada de una educación esmerada y que sabe apreciar lo verdadero, bueno y bello es un ser de buen gusto, lo que nos lleva a entender desde una perspectiva espiritual, que en todo momento debemos querer y buscar lo que merece ser querido. No se debe olvidar que el gusto es el único sentido que tiene relación con el centro instintivo.

EL OLFATO: En el hombre, el sentido del olfato está menos desarrollado que en muchos animales, quizás porque al contrario que éstos, no depende de él para buscar alimento, hallar pareja o protegerse del enemigo. El área de la nariz humana sensible al olor es de unos pocos centímetros cuadrados. El olfato humano es el más sensible de todos nuestros sentidos, unas cuantas moléculas, es decir, una mínima cantidad de materia, bastan para estimular las células olfativas. Los receptores olfativos del hombre se encuentran situados en la porción superior de las fosas nasales, donde la pituitaria amarilla cubre el cornete superior y se comunica con el bulbo olfatorio. Mediante el acto de olfatear, la dirección de la corriente de aire es dirigida hacia la región olfatoria superior de la cavidad, facilitando la llegada de un mayor número de partículas olorosas hasta los receptores olfativos.
El olfato nos previene de las cosas que nos pueden ser agradables o desagradables, permitiéndonos discernir entre el olor de las flores y el de los desechos, por lo que desde la perspectiva espiritual representa la intuición, que nos prevendrá de las vibraciones compatibles o imcompatibles con el camino de la Luz que hemos iniciado, por lo que se  puede advertir que un iniciado sin olfato estaría a merced del error a que le pudieran conducir la ingenuidad o sus humanas ambiciones. A la intuición, en ciertos tratados ocultistas se le asocia y denomina como el séptimo sentido del hombre.
En el olfato se basa la ciencia de la respiración, cuya influencia está comprobada sobre la parte más sutil y delicada de nuestro ser: el sistema nervioso simpático y la inteligencia.
El Iniciado debe purificar su ambiente mental para poder respirar los átomos puros que tienen relación íntima con el pensamiento. De esa manera puede introducir en su cuerpo el aire más puro de los Tatvas.
“El hombre debe desprender olor de santidad. Esta frase no es alegórica ni poética; es una verdad, porque el hombre santo emana realmente un olor agradable que, aunque no sea percibido por el sentido físico del olfato, es muy penetrante para el sentido psíquico”. (Jorge Adoum)


CONCLUSIÓN

Para el pensamiento constructivista, la realidad se construye a partir de la experiencia de la propia realidad. Gerarld M. Edelman, premio Nobel en Fisiología, alude que cada acto de percepción es en cierto grado un acto de creación y cada acto de memoria es a cierto modo un acto de imaginación. Según Von Glasersfeld, el Hombre es el único responsable de sus pensamientos, su conocimiento y sus acciones.
Dado lo anterior, podemos discernir que la ciencia ha logrado penetrar inconscientemente al vasto universo del mundo interno, ha encontrado la llave, pero no ha podido quitarse la venda, los celosos secretos de la Naturaleza no destruirán sus barreras hasta que los verdaderos esfuerzos y anhelos del buscador así lo ameriten. Pese a que la Ciencia se mostró reacia durante los siglos a lo que denomina simples creencias, mitologías, leyendas o supersticiones, vale mencionar que ya está empezando a recibir vislumbres de sabiduría que refutan el pleno alcance del conocimiento desde los limitados instrumentos de laboratorio. La Ciencia está abriendo los ojos a la Luz Solar y ascendiendo tímidamente desde los más hondos laberintos de la Caverna de Platón, esto luego de hallarse en el escenario de no poder responder con lo material a todas sus interrogantes. Los mismos científicos están reconociendo la existencia de una realidad invisible y trascendente que habita en toda la formación del Universo y dentro de nosotros mismos, pero hasta que no puedan complementar adecuadamente lo científico con la contemplación filosófica y la clarividencia del ocultismo, no podrán entregar una explicación profunda y certera de todo lo existente. Pese a ello, este proceso es cuestión de tiempo. ”Misticismo cuántico”, se ha leído en uno que otro portal, pues ésta es la creencia de que las leyes de la mecánica cuántica incorporan las ideas místicas de las antiguas tradiciones religiosas, uniendo al misticismo oriental con la física cuántica. Como quiera llamársele, la unión de los cuatro caminos “Arte-Ciencia-Filosofía-Religión” está pronta a encarnar en los corazones de toda la humanidad.


DEMIAN LUCANO


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