Desde la Nada, el número 0 infinito o el Absoluto Inmanifestado, surge una primera forma de existencia de gran inmensidad y divinidad: el Padre del Cielo, que los mapuches llaman Wenu Mapu Chao, quien decide crear a Nag Mapu, un espacio único, plano, a la manera de un círculo, dejándolo "suspendido en el aire".
Al observar que existía en aquella Nada diversos materiales indeterminados y disponibles para su plan, toma a Wanglen, la Estrella, para que habite la inmensidad del círculo y con ello le entrega la misión de una travesía que construirá la existencia material ordenada.Recorrió Wanglen las cuatro regiones universales —Puel Mapu, Pikun Mapu, Lafkén Mapu, Willi Mapu—, dotándolas de forma y vida. Al terminar se maravilló con su creación: su gran sacrificio y cansancio habían dado frutos. De allí se percató de la gran responsabilidad que ameritaba el cuidado de este maravilloso resultado. Fue felicitada la Estrella por Wenu Mapu Chao, el Padre del Cielo, y aquél último le otorgó un obsequio.
El obsequio fue un guanaco, en adelante la estrella y el animal se enamoraron. Todo marchaba bien, pero lamentablemente en el Nag Mapu no todo es armonía. Ocurrió lo inesperado: un espíritu negativo se obsesionó con Wanglen.
Dicho polo negativo del Nag Mapu se manifestó en la forma de ese mal ente, a veces humano, a veces vegetal o mineral; enamorado estaba de la estrella y comenzó a perturbar la relación.
Mientras tanto, el guanaco siempre iba por delante de Wanglen y la protegía, además ella insistía en que estaba enamorada del animal, afirmando que con él prefería poblar la tierra.
Molesto ante el constante rechazo, el espíritu tomó una nueva forma: la de una enorme serpiente llamada por los mapuches Cai Cai. Este monstruo amenazó a Wanglen con destruir su creación. Así comenzó entonces un cataclismo y una batalla épica.
Cai Cai desató lluvias que parecían interminables. Conmocionado Wenu Mapu Chao por lo que ocurría en Nag Mapu, envió a un contrincante: una serpiente gigante llamada Tren Tren, que comenzó a hacer brotar montañas para detener el diluvio.
Finalmente, Tren Tren venció a Cai Cai, pero justo antes de eso, esta última maldijo al guanaco y declaró que nunca más podría estar cerca de su amada, lo cual se cumplió. Luego Cai Cai pasó a ocupar un lugar en el inframundo, en Minche Mapu.
Desde aquel momento las fuerzas desconocidas e invisibles del mundo subterráneo tentarán a los que poblen Nag Mapu. No obstante, Wenu Mapu Chao, el Padre del Cielo, siempre se encarga de proteger su creación, por eso creó al sol y a la luna para cuidarnos día y noche.
A su vez, el legado de Wanglen siempre dirigirá las almas de los puros de corazón, esto porque es la Uránica Cosmocrator, y su eterno amado el Anima Mundi y principio del Bien.
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"Wanglen llaman los mapuches al conjunto de estrellas que fueron creadas para entregar la luz. Todas las estrellas del firmamento son los hijos e hijas de Wüñellfe, el Lucero, a su vez hijo de Ngünemapun, el creador de todo lo que existe en la tierra. Wüñellfe aparece en el cielo al lado de sus hijos, a veces como yepún, es decir, estrella que lleva la noche, rol en que en ocasiones lo reemplaza el planeta Júpiter. Aunque no se diferencian explícitamente los planetas de las estrellas sí se reconoce que el lucero por su tipo de luz es un ser diferente, una luna pequeña" (Ortiz y Ortega).
Ref: Ortiz-Gómez, F. y Ortega-Becerra, A. (año indeterminado). 'Anotado en el cielo austral: tradiciones astronómicas de los pueblos originarios de Chile'. Grupo Sura, p. 71.
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