EL
REGRESO TRIUNFAL DEL YO SUPERIOR
El origen de las corrientes temporal y espiritual de evolución, es
como sigue: Jehová creó al ser humano llamado Eva. El luciferario
espíritu Samael se unió con Eva y engendró a su semidivino hijo Caín.
Como quiera que Samael abandonó a Eva antes de que naciera el hijo,
fue Caín el hijo de una viuda y una serpiente de sabiduría. Después
Jehová creó a Adán, un ser también humano como Eva. Adán y Eva se
unieron y engendraron un hijo, humano como ellos. Cuyo nombre fue
Abel. Jehová es el Dios lunar relacionado con el agua, y por esto hubo
enemistad entre Caín, el hijo del Fuego, y Abel, el hijo del Agua. Así
Caín mató a Abel, y Seth sustituyó a Abel. Con el tiempo y en el
trascurso de muchas generaciones, los hijos de Caín fueron los
artífices habilísimos en el uso del fuego y los metales. Su ideal era
masculino y estaba personificado en Hiram Abiff, el maestro de
operarios. Por otra parte, los hijos de Seth fueron clérigos que
mantuvieron el ideal femenino, simbolizado en la Virgen María y
gobernaron a sus gentes por virtud del agua mágica colocada a la
puerta de sus templos. Diversos intentos e hicieron para unir estas
dos corrientes de humanidad y emanciparlas de sus respectivos
progenitores Jehová y Samael. Con este propósito se edifico el
simbólico templo, según las instrucciones de Salomón, el hijo de Seth.
Hiram Abiff, el hijo de Caín había de fundir el mar de bronce; pero
este proyecto fracasó, según ya vimos y no pudo realizarse la
intentada unión de las dos opuestas ramas de la humanidad. Moisés, el
legislador y caudillo del Antiguo Testamento, más tarde reencarnado en
la personalidad de Elías, guío al infantil genero humano y últimamente
reencarno en Juan el Bautista, heraldo o precursor de la nueva
dispensación o era cristiana. Al propio tiempo renacían los demás
actores del Drama del Mundo para que pudiesen axuliar a sus hermanos.
Al fundir Hiram Abiff el mar de bronce recibió el bautismo de fuego y
Caín lo emancipó de los espíritus lucíferarios y dióle un nuevo
martillo y una nueva palabra. Al comienzo de la nueva era reencarnó
Hiram Abiff en la personalidad de Lázaro, el hijo de la viuda de Nain,
y lo resucito al toque de la poderosa garra del león de Judá,
elevándolo a la categoría de los inmortales como Christian Rosenkreuz,
Salomón, el hijo de Seth, reencarnó en Jesús, y el bautismo de agua,
que le administró Juan, simboliza su emancipación del dominio de
Jehová, pues al mismo momento del bautizo cedió su cuerpo para morada
del descendiente espíritu de Cristo a quien desde entonces siguió como
discípulo. La religión se ha mancillado horriblemente en transcurso
del tiempo y régimen dogmático empeño su prístina pureza, de modo que
ya no le cuadra el calificativo de católica, es decir, de universal.
En todas direcciones se han desgajado ramas, sectas, e ismos; pero
todavía Jesús desde los mundos invisibles, abarca en su amor a todos
los hijos de Seth, que con fe invoquen su nombre y llegará el día en
que una a todas las diseminadas Iglesias en el Reino de Cristo.
Christian Rosenkreuz recibió el encargo de aleccionar a los hijos de
Caín que buscaban la luz del conocimiento en el sagrado fuego del
místico santuario. Así como la energía infundida por su divino
progenitor Samael movió a Caín al trabajo y la inventiva, así también
la misma excitación espiritual mueve a sus descendientes a procurar su
salvación por medio del fuego de las tribulaciones y elaborarse el
áureo traje de bodas que es el “ábrete sésamo” del mundo invisible y
aunque la purificante sangre de Jesús es de absoluta necesidad para
millones de débiles hermanos, no cabe duda de que cuanto más seres
humanos se afilien a la mística Masonería para conscientemente
construir el Templo del Alma, más pronto vendrá Cristo por segunda vez
y más vigorosa será la raza que ha de regir por la ley del amor.
El origen de las corrientes temporal y espiritual de evolución, es
como sigue: Jehová creó al ser humano llamado Eva. El luciferario
espíritu Samael se unió con Eva y engendró a su semidivino hijo Caín.
Como quiera que Samael abandonó a Eva antes de que naciera el hijo,
fue Caín el hijo de una viuda y una serpiente de sabiduría. Después
Jehová creó a Adán, un ser también humano como Eva. Adán y Eva se
unieron y engendraron un hijo, humano como ellos. Cuyo nombre fue
Abel. Jehová es el Dios lunar relacionado con el agua, y por esto hubo
enemistad entre Caín, el hijo del Fuego, y Abel, el hijo del Agua. Así
Caín mató a Abel, y Seth sustituyó a Abel. Con el tiempo y en el
trascurso de muchas generaciones, los hijos de Caín fueron los
artífices habilísimos en el uso del fuego y los metales. Su ideal era
masculino y estaba personificado en Hiram Abiff, el maestro de
operarios. Por otra parte, los hijos de Seth fueron clérigos que
mantuvieron el ideal femenino, simbolizado en la Virgen María y
gobernaron a sus gentes por virtud del agua mágica colocada a la
puerta de sus templos. Diversos intentos e hicieron para unir estas
dos corrientes de humanidad y emanciparlas de sus respectivos
progenitores Jehová y Samael. Con este propósito se edifico el
simbólico templo, según las instrucciones de Salomón, el hijo de Seth.
Hiram Abiff, el hijo de Caín había de fundir el mar de bronce; pero
este proyecto fracasó, según ya vimos y no pudo realizarse la
intentada unión de las dos opuestas ramas de la humanidad. Moisés, el
legislador y caudillo del Antiguo Testamento, más tarde reencarnado en
la personalidad de Elías, guío al infantil genero humano y últimamente
reencarno en Juan el Bautista, heraldo o precursor de la nueva
dispensación o era cristiana. Al propio tiempo renacían los demás
actores del Drama del Mundo para que pudiesen axuliar a sus hermanos.
Al fundir Hiram Abiff el mar de bronce recibió el bautismo de fuego y
Caín lo emancipó de los espíritus lucíferarios y dióle un nuevo
martillo y una nueva palabra. Al comienzo de la nueva era reencarnó
Hiram Abiff en la personalidad de Lázaro, el hijo de la viuda de Nain,
y lo resucito al toque de la poderosa garra del león de Judá,
elevándolo a la categoría de los inmortales como Christian Rosenkreuz,
Salomón, el hijo de Seth, reencarnó en Jesús, y el bautismo de agua,
que le administró Juan, simboliza su emancipación del dominio de
Jehová, pues al mismo momento del bautizo cedió su cuerpo para morada
del descendiente espíritu de Cristo a quien desde entonces siguió como
discípulo. La religión se ha mancillado horriblemente en transcurso
del tiempo y régimen dogmático empeño su prístina pureza, de modo que
ya no le cuadra el calificativo de católica, es decir, de universal.
En todas direcciones se han desgajado ramas, sectas, e ismos; pero
todavía Jesús desde los mundos invisibles, abarca en su amor a todos
los hijos de Seth, que con fe invoquen su nombre y llegará el día en
que una a todas las diseminadas Iglesias en el Reino de Cristo.
Christian Rosenkreuz recibió el encargo de aleccionar a los hijos de
Caín que buscaban la luz del conocimiento en el sagrado fuego del
místico santuario. Así como la energía infundida por su divino
progenitor Samael movió a Caín al trabajo y la inventiva, así también
la misma excitación espiritual mueve a sus descendientes a procurar su
salvación por medio del fuego de las tribulaciones y elaborarse el
áureo traje de bodas que es el “ábrete sésamo” del mundo invisible y
aunque la purificante sangre de Jesús es de absoluta necesidad para
millones de débiles hermanos, no cabe duda de que cuanto más seres
humanos se afilien a la mística Masonería para conscientemente
construir el Templo del Alma, más pronto vendrá Cristo por segunda vez
y más vigorosa será la raza que ha de regir por la ley del amor.
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